
El uso del pasado
Hace dos años, un poco más, uno de mis colaboradores cercanos me preguntó si bajo las decisiones de la administración federal, recién elegida por aquellas fechas, se tendrían efectos desfavorables a los proyectos de Ciencia, Tecnología e innovación, CTI, que he ejecutado con responsabilidad técnica por un decenio.
Mi respuesta ha sido: Es complicado porque el recurso está en fideicomisos lo que significa que está asegurado, sin dependencia del PEF anualizado – precisé -. Tendrían que desaparecerlos y para eso el poder legislativo debe aprobar la extinción.
Perece que profeticé mientras que la inquietud de mi colaborador está por materializarse.
Cabe decir que mi colaborador no tiene plaza en institución alguna, sino que su trabajo técnico en CTI ha sido pagado por los recursos de los proyectos. Sin opción mayor, la extinción de los fideicomisos provocará la pérdida de talentos.
Ahora los fideicomisos, esos que han fondeado parte de nuestra labor nacional en CTI, en los que incluso hay un proyecto vigente, están incluidos en la Gaceta Legislativa para su extinción.
Además, el recurso proyectado en el PEF para 2021 no incluye incrementos que permitan vaticinio de impulso a la CTI misma; serán para operar en nivel medianamente sostenido los programas del CONACYT, sólo si no hubiere recortes presupuestales el próximo año.
A lo largo de los meses recientes, varios colegas, por telerreuniones durante el trabajo y discusiones en casa, me han preguntado si, en mi opinión, desaparecerá en Sistema Nacional de Investigadores, SNI; programa de la administración federal, coordinado por CONACYT, para la retención de profesionales de la CTI en México mediante procesos recurrentes de evaluación a su productividad.
He tratado de ser objetivo en mis respuestas.
Seguramente habrá colegas, en proporción no desdeñable, que verán al suceso como improbable. Aunque la argumentación puede ser vasta y razonable, cosa que comparto, no dejo de pensar en las contribuciones del científico libanés, radicado en E.U.A., Nassim N. Taleb.
Taleb ha publicado, entre otros, dos libros interesantes que vienen al caso sobre la inquietud respecto del SNI.
En uno, (El Cisne Negro, N.N. Taleb, Paidós, 2010), el autor, en mis palabras, propone que lo improbablemente termina por romper, hasta la inoperación, a cualquier sistema. En el otro, (Antifrágil, N.N. Taleb, Paidós, 2013), discute que la antifragilidad es una propiedad de sistemas complejos, con desorden estructurado, tal que la sensibilidad a lo improbable se desvanece.
Así pues, es improbable la desaparición del SNI, dada las dificultades del proceso de extinción; sí, lo es. Por eso mismo, de acuerdo con la teoría de Cisne Negro, es posible.
A la vez tengo una expectativa.
México y su estructura social con basamento de surrealismo tropical, espacio onírico donde hemos construido nuestra realidad, hace que el desorden estructurado de nuestros sistemas puedan proveerle antifragilidad al SNI y a otros componentes de la CTI nacional; pero, esto no lo sabemos a ciencia cierta.
Durante los 23 años recientes, he estudiado cómo los comandos con retroalimentación proveen robustez a sistemas complejos. Robustez y antifragilidad son dos propiedades distintas.
En política pública, los comandos son las decisiones de la autoridad en CTI, léase CONACYT ante la falta de autoridades públicas en los estados o su limitado margen de acción.
Los actos recientes de CONACYT dejan desprovisto de robustez a la CTI nacional; quiero pensar que la CTI mexicana es antifrágil para que lo improbable no la quiebre, buen deseo.
La inquietud de la comunidad podría materializarse.
Por más que se retroalimenta al CONACYT, con reflexiones y razonamientos, su posición es concretada en tercos actos que sugieren la inexistencia de retroalimentación.
Dejan los esfuerzos sólo como intenciones de la comunidad en CTI hacia la corrección del rumbo.
Ambas, cisne Negro y antifragilidad rondan, inexorables, recientemente. Sabremos el devenir.