Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
En días pasados se supo de la intención del CONACYT para que se ignoren las sociedades científicas en la reforma a la Ley de Ciencia y Tecnología, LCyT.
Sería un golpe a la estructura de la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, que llevaría a una crisis sin precedente desde que, a inicios del decenio de 1970, se creó el mismo CONACYT.
Antes de eso, la CTI mexicana era una acción de personas aisladas, sin carácter sistemático ni prioridad alguna para instituciones. Ahora, ya que es un derecho humano recibir los beneficios de la CTI, la situación debe ser diferente, pero a las autoridades parece no importarle pese a su discurso.
La red ProCiencia está activa con esfuerzos y propuestas dispersas; la fuerza es las sociedades.
Veamos el contexto hacia una paradoja.
La Academia Mexicana de Ciencias, AMC, hace cambio de Junta Directiva. Toma el timón una astrónoma, ganadora del premio nacional de ciencias y miembro del Colegio Nacional. El vice-presidente es un matemático con experiencia amplia en gestión, ambos de la UNAM.
La actual presidente de la AMC ya ha presidido a la Sociedad Mexicana de Física, SMF. Ahí hizo cambios muy importantes en la estructura, removiendo a quienes por decenios habían ocupado nombramiento en la mesa directiva.
También presidió la sección regional centro de la AMC. Conozco el caso porque me tocó presidir esa sección inmediatamente después de ella. Durante la gestión se incorporaron entidades federativas a ésta para convertirse en la centro-occidente; Colima, Jalisco y Nayarit, que estaban fuera de sección alguna.
La presidente de la AMC tiene tablas, respeto de la comunidad nacional y prestigio internacional, pero desde palacio nacional hay terquedad; así lo ha hecho público, en dicho y hecho, Huey Tlatoani. La terquedad es reflejada en las dependencias del Gobierno Federal, CONACYT no es la excepción; con una diferencia en aprobación: La elección popular de uno, habitante de palacio, la designación de quien despacha en Insurgentes Sur.
Es un reto importante para la AMC lidiar con los tiempos y actores actuales.
Es mejor hacer equipo con sociedades científicas, la SMF, la de Química, la Matemática, la de Historia, etcétera. Hay en todas las áreas del conocimiento.
Destacan algunas de histórica trayectoria, como la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, fundada en abril de 1833 con el apoyo de Gómez Farías. El Colegio Nacional con miembros mas que destacados, ahora e históricamente, así como otras que con el devenir diario hacen comunidad en diversos temas.
Los alegatos de oídos con legisladores serán una posibilidad, así como conjuntar el respaldo de la comunidad en CTI hacia un frente sólido.
En complemento hay una oportunidad para tener mejores sociedades científicas; para crear un andamiaje a partir de una apropiada reforma a la LCyT. Establecer una norma hacendaria, gremial y que describa funciones mas claras de las sociedades científicas; con los márgenes propios a la autonomía y rectoría de sus asociados.
La reforma a la LCyT será crucial para convertir el riesgo de crisis profunda en consolidación de las sociedades de CTI mexicanas.
Hacer vista ciega a la existencia de las sociedades científicas, como pretende la propuesta de CONACYT, no contribuye a la CTI nacional. Por el contrario, será un golpe del que difícilmente se podrán recuperar.
Es posible que de darse la crisis en CTI, junto a las que llevamos a cuestas, aunque puedan subsistir al tiempo tendremos sociedades zombis.
Por el contrario, aprovechar la oportunidad para dar un marco jurídico a la actividad de las sociedades científicas, podría ser un éxito de gestión.
La paradoja es que quizá se desee el golpe desde Insurgentes Sur, habría que preguntar a Palacio ya que el menosprecio hacia las sociedades científicas puede significar que el Gobierno Federal pierda de vista lo que ahí suceda; ojo, ausencia de control, quizá, en contraparte, sea conveniente para la CTI.
El recurso financiero, la discordia.