Invita DIF Municipal a unirse a redes de apoyo comunitario en talleres
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 11 de julio 2020.- Llegando a 28 años y nueve meses de servicio con el cargo de subinspector número 56, la oficial de la Policía Estatal y Fuerza Metropolitana, Rosa Hilda Leija García decidió retirarse de sus labores como oficial, luego de prácticamente pasar toda una vida dentro de sus filas.
La razón se debe a que en su muy particular sentir, llegó el momento de entregar la placa y pasar más tiempo con su familia, en especial con sus cuatro hijos, que si bien tienen 11, 22 y 27 años de edad -los varones- y 16 -una mujer-, se muestran contentos porque ahora tendrán a su madre de tiempo completo, en palabras de la propia Rosa Hilda.
«Se cumplió mi tiempo y también creo que ya es justo retomar otras cosas que son prioridad para mí, como mi familia y los hijos, aunque ya no son pequeños quiero estar con ellos y disfrutarlos. Lo que es tu vida civil se olvida porque en realidad te la pasas trabajando y te olvidas de fiestas de cumpleaños y otras fechas importantes”, explicó.
Luego de estar en la corporación estatal desde agosto de 1992, la cantidad de buenas y malas experiencias apoyando a la ciudadanía para mantener la seguridad son infinitas. Dentro de las malas recuerda la caída en el cumplimiento del deber de sus compañeros y una en especial, que la marcó como madre y mujer, pero también le sucedieron muchas cosas positivas que la hicieron sentir como un buen elemento policiaco.
«Una de las que me marcó y me duele fue cuando mataron a un menor, acudí a un conocimiento de hechos como primer respondiente; se trataba de un niño de 10 años, no me pude contener y lloré, nunca había visto a un niño de esa forma y me reflejé en ese momento con la mamá que sufría la pérdida de su hijo. También me marcó la muerte de mis compañeros que cayeron cumpliendo su deber, fueron muchos, a la mayoría de mi generación los mató el crimen organizado».
En contraparte, “también he tenido infinidad de experiencias bonitas porque mi trabajo se presta para ayudar a las personas sin importar quienes sean, no esperas que llegue alguien y te agradezca, así que no esperas estar en un filtro durante horas bajo el sol y que alguien llegue a regalarte agua de corazón, se siente muy bonito».
NO PODÍAN SER MADRES
Rosa Hilda Leija vivió una época de transición que se dio en la sociedad y en especial en la corporación estatal de policía, dándole un papel de relevancia a la mujer y también como madre, lo difícil que fue combinar ambos papeles.
«En mis casi 29 años de servicio tuve cuatro hijos, fue difícil porque anteriormente no se nos permitía tener hijos, nos corrían, tuve a mis hijos con cinco años de diferencia cada uno para poder respetar el contrato de trabajo que teníamos”, recordó.
“Es muy difícil combinar ser policía, mamá, ama de casa y esposa, eso no lo entiende la gente y tienes que adaptarte, antes no podías aspirar a un puesto de jefatura, siempre se marcaban para los hombres, pero de unos años para acá salimos a flote y les empezaron a dar la oportunidad a las compañeras para ascender a un puesto de importancia, nos voltearon a ver y ahora hay más personal femenino porque se vio que podemos cumplir labores igual que los hombres».
POR UNO LA LLEVAMOS TODOS
En cuanto a la percepción de la población de los oficiales de policía, pese a ser mala y en ocasiones recibir insultos, para Rosa Hilda es una satisfacción saber que ella cumplió con honradez su trabajo y portó con orgullo el uniforme.
Lamentó que esas opiniones las causaran elementos que no se conducen de la misma forma.
«A los policías no los quiere nadie, solo cuando los ayudas o cuando en realidad necesitan algo, pero si tu amas tu trabajo lo haces con gusto no importando que la gente no lo valore, siempre habrá quien critique o compañeros que actúen mal y por unos la llevamos todos”, reconoció.
Sin embargo, en su caso, “en el tiempo que estuve en la corporación siempre me supe conducir con responsabilidad y honradez. Hay personas que en algún momento te insultaron en medio de su dolor o coraje, quisieran que les resolvieran todo, pero por cuestiones de ley no se puede, pero poco a poco te acostumbras al buen o mal trato de la ciudadanía».
DISCIPLINADA SIEMPRE
Después de casi tres décadas de levantarse temprano y pasar infinidad de cosas en la calle arriesgando su vida para hacer su trabajo, para la subinspectora número 56, todo al final del día valió la pena.
Aún recuerda cómo inició en las filas de la corporación y surgió este deseo de ser policía desde el seno familiar donde sus tíos siendo militares le inculcaron la disciplina y el gusto por servir a los demás.
«Entré porque me gustaba, crecí en una familia de hombres militares, los hermanos de mi mamá, vivíamos con disciplina y eso fue lo que me gustó de la policía, eso fue lo que me llevó hasta donde terminé. Estoy viva, sana y completa, muchos compañeros no tuvieron esa suerte y por ellos y mi familia, siento que valió la pena, ahora están contentos porque me dicen que ya no rezan porque salgo a trabajar sino porque estoy bien y con ellos».
ACONSEJA A LOS JÓVENES
Cerca de colgar su placa, Rosa Hilda Leija García admite que extrañará todo lo relacionado con su trabajo, desde levantarse temprano y preparar su uniforme, hasta la convivencia diaria con sus compañeros.
Añadió que dejó buenos consejos para los jóvenes que acaban de integrarse a esta noble labor que requiere vocación y confía en que se conducirán de la mejor forma, culminando con el sentimiento de haber hecho un buen trabajo durante casi 29 años de servicio, mismo que la hizo merecedora de un homenaje mediante un video de la Dirección Estatal de Seguridad Pública del Estado.