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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 16 de febrero de 2020.- En la actualidad tiene la colección más grande del país, pero la historia del Museo Nacional de la Máscara comenzó en el siglo XVIII cuando era parte del Convento de los Carmelitas, que tenía como delimitación la Alameda y la actual Plaza del Carmen.
Con la conclusión de la Guerra de Reforma, comenzó la destrucción de los conventos de la ciudad a mediados del siglo XIX. Entre ellos se encontraba el convento del Carmen, por lo que sus solares fueron fraccionados por la Ley de Adjudicaciones de Bienes Eclesiásticos y de Corporaciones.
Así fue como quedó establecida una plaza pública frente a la iglesia y comenzó la venta de terrenos para casas en 1869, frente a las ruinas del convento que entonces era una penitenciaría (hoy Teatro de la Paz).
Para 1892, el hacendado catalán Ramón Martí compró cinco casas colindantes con el propósito de demolerlas y construir en ese espacio su hogar, una obra magnífica de la última década del siglo XIX que debido a su sobriedad fue conocida como Palacio Martí.
La construcción -que concluyó en 1897- corrió a cargo del ingeniero Enrique Campos, quien se basó en un proyecto europeo. Mientras que la decoración interior, la pintura de plafones y murales fueron obra de los artistas italianos Claudio Molina y Giuseppe Compiani; la carpintería y ebanistería quedó a cargo del alemán Jorge Unna, quien fuese pionero del diseño industrial en México.
La edificación de estilo ecléctico resalta entre las demás construcciones de la Plaza del Carmen, al ser uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura porfiriana, así como las artes decorativas de los aspectos cosmopolitas que pasaron por San Luis Potosí.
Ante la muerte de Martí en 1898, el inmueble pasó a sus siete herederos que decidieron vender la casa al general Bernardo Reyes -militar allegado al expresidente Porfirio Díaz, que fue gobernador de Nuevo León en varias ocasiones, además de desempeñarse como Secretario de Guerra y Marina. Aunque Reyes tenía planeado vivir en el Palacio Martí, finalmente lo permutó al Gobierno Federal por una finca en Monterrey, Nuevo León en 1903.
A partir de ese momento el edificio pasó a conocerse como Palacio Federal, y desde ese año hasta la década de 1980 albergó al Ministerio Público Federal, la Liga de Comunidades Agrarias, el Consejo de Minería y a Telégrafos de México, que también compartió el edificio con la Jefatura de Hacienda.
IMPORTANTE ACERVO
Cuando en 1981 surgió el interés del ingeniero Víctor Moya Rubio de donar a San Luis Potosí su colección de 750 máscaras y crear un espacio para la exhibición, estudio y difusión de la máscara mexicana, se decidió que el antiguo Palacio Martí se convirtiera en el nuevo Museo Nacional de la Máscara, con fecha oficial de fundación el 10 de marzo de 1982.
Sin embargo, antes de convertir el edificio en un espacio cultural se tuvo que llevar a cabo una remodelación en su estructura, que corrió a cargo del arquitecto Fernando Valdez Lozano. Además de ser agregada la fachada norte en 1982, con motivo de la ampliación de la Plaza del Carmen.
Desde entonces el museo solo ha cerrado sus puertas en una ocasión, cuando en 2004 se realizó una segunda restauración y remodelación integral de su interior. Esto también permitió que la oficina de Telégrafos fuera trasladada a otro edificio, para que el museo ocupara en su totalidad las instalaciones y abriera sus puertas de nueva cuenta a finales del año 2009.
EXPOSICIÓN MUNDIAL
El Museo Nacional de Máscara -calificado como Monumento Histórico por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)- alberga alrededor de mil 300 piezas, que incluyen 25 vestuarios completos de danza y ceremonias con el propósito de contextualizar las festividades mexicanas.
Antes de la llegada de la colección del Moya Rubio a San Luis Potosí, esta fue presentada en 1977 en el Museo Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México. Posteriormente fue exhibida en museos de Alemania, Francia, Portugal, Yugoslavia, Polonia, Japón, Italia, Estados Unidos y en el Museo Británico de Londres.
El crecimiento de la colección se debe a convenios y donaciones de artesanos, coleccionistas e instituciones. Su acervo incluye, principalmente, máscaras de los centros mascareros y ceremoniales más importantes de México, como es el caso de Sonora, Sinaloa, Michoacán, Guanajuato, Puebla, Oaxaca, Guerrero y San Luis Potosí. Además, la colección original incluye piezas representativas de India, Indonesia y Bulgaria.
Entre las piezas más importantes de la colección que se exhibe, se encuentra El Tlahualil de Michoacán y la máscara del Centurión procedente de Guerrero.