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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 28 de marzo de 2019.- Es parte de la cultura y tradiciones del Istmo de Tehuantepec, el uso y trabajo de la filigrana que resulta en joyas como aretes, collares o pulseras, con diseños únicos que son mostrados durante algunas de sus fiestas como las Velas Istmeñas con las tehuanas.
Estas joyas son lucidas por las mujeres durante las fiestas tradicionales de las Velas Istmeñas —en la que habitan los pueblos zapotecos, chontales, huaves, zoques, mixes, mixtecos y chinantecos—, en las que se pueden observar diferentes diseños de las hermosas tehuanas, ya que, al ser una celebración de tanta importancia para los pobladores, se tiene que utilizar la vestimenta más elegante.
Y para poder lucir una tehuana en toda regla, las mujeres utilizan dos tipos de collares: los doblones, los cuales, entre más largos y grandes son más distinguidos, y que pueden tardar en elaborarse hasta una semana; y el collar ahogador, uno más corto que puede utilizarse en fiestas más sencillas. En ambos collares se utilizan monedas como las centenarias o los Maximilianos, que están unidas a la filigrana.
Roberto Toledo Ortiz, comenzó a trabajar la filigrana desde que tenía diez años, pues se trata de una herencia que proviene desde épocas anteriores a sus abuelos, que está llena de riqueza e historia cultural, que no solo es parte de su familia, sino a todo el Istmo, pues es el oficio de la mayoría de la población.
En el proceso de elaboración de productos con filigrana, se involucra mínimo a tres alfareros, quienes se dedican a lavar el material, hacer la técnica de cuchillo y a la manipulación de los hilos, “lo vamos haciendo diario y se cuenta por docenas a la semana, depende de los trabajadores que tengamos”.
Sus materiales consisten en pinzas, alambre, latón y maquinas que les ayude a fundir los hilos de la filigrana en las bases de los collares, aretes o pulseras.
Sin embargo, este tradicional trabajo está desapareciendo debido al terremoto que sacudió al Istmo en 2017, ya que los pobladores se dedican a reconstruir su territorio y dejan detrás las técnicas de la filigrana, “y más con los muchachos de ahorita, ya quieren ganar más y se van a trabajar; salen de su pueblo”, a lo que se suma la falta de apoyo por parte del gobierno, por lo que los habitantes tienen que arreglárselas a su manera.
Algunos de los objetos más complicados de hacer, son aquellos que están rellenos de filigrana, pues los diseños son muy elaborados y cada uno es único. Aunque los precios pueden ir desde los 180 a más de mil, precios no tan elevados, pues Roberto indica que, de lo contrario, la gente no lo compraría.