En Quadratín San Luis Potosí, lo grande comienza
El contexto de la ruta 2021 es pertinente retomar aspectos que ante la visión cortoplacista están disociados: Beneficios sociales, inversión, precios y costos.
La ciencia, tecnología e innovación, CTI, es una oportunidad para generar riqueza, en muchos sentidos, a partir de inversión que satisface necesidades y trae bienestar.
La CTI debe ser considerada por quienes aspiren a puestos de elección popular. Debe ¿n incluirle para lograr un proyecto de servicio y beneficio social más allá de ganar una elección.
Para muestra un botón.
Laboratorios trasnacionales han dado a conocer el precio del fármaco para tratamiento de SARS-CoV-2: Remdesivir. Mientras se halle otro, se abarate por patente o desarrolle vacuna alguna, el precio será alto. Se anunció de 390 USD por dosis, a tipo de cambio de ayer martes al mediodía, 23.089 pesos por dólar, según la cotización FIX del Banco de México, el monto da poco más de 9,000.00 MXN por dosis.
Una fuente me ha dicho que un tratamiento de cinco días incluye 6 dosis, si la relación peso dólar no cambiara, son más de 54,000.00 MXN por paciente. Sólo ese fármaco costaría ese monto; además están la hospitalización, servicios médicos y de enfermería así como otros insumos.
Al multiplicar por el número diario de contagiados, en México se llega a sumas diarias muy altas. Alguien lo pagará, ya por recurso público o del bolsillo familiar.
Es claro que hay un alto costo por el abandono que México ha dado a su CTI.
Se podrá decir que ya hay cuatro proyectos para vacunas al COVID-19, así ha sido dado a conocer por la SER; estilo cuatroteísta, por cierto.
Veamos con detalle. Primero, se está buscando el recurso, no están en ejecución mexicana, a pesar de estar a seis meses de los primeros registros mundiales de coronavirus, pero decenios tarde, realmente tarde, por abandono a la CTI.
La CTI no es magia, se debe estar preparado y para ello los países ricos invierten en CTI, para estar preparados.
Luego, de los cuatro proyectos citados por la cancillería, dos son en el extranjero. Uno con China y el otro con AstraZeneca, cuya CTI se hizo en Oxford. De estos dos primeros, ya hay avances previos a la participación mexicana, así que sólo se sube a tren andando.
Se dijo que otros dos se desarrollan en México. Uno en el mismo estado donde se desarrollarían y fabricarían los ventiladores, prometidos por CONACYT, que no han sido entregados. Los ventiladores y la vacuna corren por senderos diferentes, Los ventiladores fueron encargados a un CPI de CONACYT mientras que la vacuna a la Autónoma de Querétaro, esperemos que esta vez sea cierto. El cuarto proyecto es de la UNAM, quizá sea el más creíble, pero ya veremos.
A lo anterior se suman los siguientes hechos.
Por cada diez proyectos en CTI, entre uno y tres tiene resultados que se pueden masificar. Por distintas razones, ya porque la solución es difícil de encontrar, ya porque la solución no pasa pruebas de campo, hasta porque la solución sea difícil de producir en volumen o porque el mercado ya está cubierto por alguien que hizo antes el desarrollo con base en inversión a la CTI.
Entretanto, la UNAM ha anunciado 12 proyectos, con recursos PAPITT. Esos recursos emanan del presupuesto que esa universidad tiene. No es suficiente, sin afán peyorativo es para las papitas -por onomatopeya-; es decir, complementos a otras fuentes de financiación. Los casos de éxito registrados muestran que pocos desarrollos CTI llegan a mercado cuando se hacen por PAPITT.
Todas las instituciones de CTI en México tienen fondos internos, unas mas, las mas menos y otras casi nada. Las y los científicos sabemos que no alcanza, cuando hay, irónicamente, sino para papitas; todo esfuerzo institucional se reconoce.
Los precios de productos de CTI son altos porque cuesta mucho obtenerlos y la tasa de masificación es baja.
Los costos del abandono a la CTI, desde antes y ahora más aún, son altísimos. Aspirantes a gubernaturas tomen nota si desean soberanía en sus entidades.