Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
A partir de este lunes 1 de junio se verá quién es quién en el manejo de la pandemia derivada del nuevo coronavirus Covid 19 porque, más allá de los discursos de trabajo coordinado entre el Gobierno Federal y las 32 entidades federativas, lo cierto es que desde hace tiempo, por no decir que desde siempre, la 4T los abandonó.
Es cierto que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció en días recientes que va a liberar recursos, sobre todo para que en casos como el de San Luis Potosí, “los gobiernos estatales no tengan que endeudarse” y que hará una gira de trabajo por todo el país para ver en qué situación se encuentran los estados.
Sí, pero no deja de ser discurso, ya que se olvidó de los tremendos recortes que aplicó al presupuesto 2020, que dejó sin camisa a muchos rubros estatales.
Pero más allá de eso, la gran pregunta es, ¿cómo funcionará el semáforo epidemiológico que medirá los alcances del virus? Cierto, estará dividido en cuatro colores: rojo, naranja, amarillo y verde, todos ellos relacionados con la presión hospitalaria. Veamos las mediciones.
El estado estará en rojo (riesgo máximo) cuando su ocupación hospitalaria sea de 70%, según la Red IRAG (Infección Respiratoria Aguda Grave), en naranja cuando sea de 51% a 70%, en amarillo de 31% a 50% y en verde, menor al 30%. Pero hay otros factores a considerar, como el crecimiento exponencial en la ocupación de camas, el síndrome Covid 19 en los últimos 14 días y el porcentaje de positividad del virus. Un galimatías que solo los doctores entenderán.
Pero más allá de eso, no ha quedada clara la ruta para que ese semáforo, obviamente alimentado con los datos estatales relacionados con el coronavirus, esté actualizado, como tampoco han quedado empatados los tiempos. Por ejemplo, el subsecretario federal de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez ha dicho que los resultados de ese semáforo serán dados a conocer todos los martes y el gobernador de San Luis, Juan Manuel Carreras López, dijo que a su vez informará los jueves.
Hoy inclusive, las cifras federales están desfasadas con respecto a las estatales en número de contagios y de muertos. Esto salió a relucir -porque López-Gatell lo había ocultado- cuando el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdez reveló que sus estadísticas oficiales no coincidían con las del funcionario de moda y luego atizó más la hoguera, cuando dijo que el personal de salud en su entidad caía como moscas por falta de protección sanitaria.
Polémicas que parecen lejanas, pero son recientes. Y el panorama estadístico nunca se pudo acomodar.
Todo porque López-Gatell, quien tiene un buen discurso, también sabe decir mentiras o enredar las cosas. Recordemos que reveló en una entrevista con el periodista Richard Ensor del diario inglés The Economist que México usaba el Método Centinela que, encima, daba como resultado más contagios de los dichos oficialmente. Luego salieron a vapulearlo un experto matemático de la UNAM, y los periódicos The New York Times, El País, The Washington Post, un montón de medios mexicanos y ex secretarios de Salud, pero el epidemiólogo solo atinó a descalificarlos, en vez de convencer. Ni siquiera estaba terminada esa polémica cuando salió a decir que ese método ya no era usado, porque dejó de ser útil y con eso pretendió quitarse de encima la presión pública. ¿Si imaginan lo que pasará con el famoso semáforo?
Pues con eso tendrán que lidiar Carreras y los demás gobernadores. Nada fácil, pero ahora es cuando cada quien debe jugar sus cartas porque el inicio del proceso electoral está más cerca que nunca y ahí se cobrarán las facturas del buen o mal manejo del coronavirus.