Diferencias entre un estúpido y un idiota
El discurso del Presidente ayer en el Zócalo confirmó lo que muchos temíamos: no habrá cambios en política económica ni en la estrategia seguridad.
Cree que vamos muy bien, que está haciendo historia, cuando en realidad caemos en prácticamente todos los rubros.
Los que esperaban anuncios de cambios luego de un año de errores y fracasos se toparon con la realidad: AMLO va derecho, no se quita ni corrige.
Son noticias preocupantes para México, aunque también malas para el líder social que atiborraba plazas con su sola convocatoria. Esta vez no pudo llenar el Zócalo con sus partidarios, a pesar de contar con todos los recursos del Estado para hacerlo.
Se redujo el espacio disponible del Zócalo, y la mayoría de los que acudieron fueron acarreados de distintas entidades. Al llegar en los autobuses rentados por quién sabe quién, bajaron penosamente sus bolsas de plástico con sandwiches y frutsis.
Durante el discurso de AMLO la gente estaba distraída, se volteaba, conversaba, y su preocupación era protegerse del sol. Tenían razón, pues no había nada qué festejar.
Sorprendente fue el contraste con la marcha opositora sobre el Paseo de la Reforma, con cerca de 40 mil personas que llegaron por su propia voluntad y sin acarreados.
Triste, vacío de contenido y tramposo fue el discurso del Presidente.
La realidad es que tenemos crecimiento económico de cero por ciento, es decir nada, sin crisis externa por ahora.
Vimos a un presidente de México con un discurso que lo postró a los pies de Donald Trump, el mandatario estadounidense más cruel y antimexicano que tengamos memoria. Lo colmó de elogios porque «ha sido respetuoso» de nuestro país, cuando no es así.
Trump nos ha impuesto su agenda y sus odios contra los migrantes centroamericanos. En su país separa a madres de hijos a los que encierra en jaulas alambradas.
El gran golpe de timón para devolver la confianza de los inversionistas era el relanzamiento del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), y no hubo tal rectificación sino regocijo por una «estupidez económica» como la calificó el Financial Times.
«Los conservadores corruptos no pudieron detenernos para construir el aeropuerto de Santa Lucía», presumió el Presidente en el Zócalo, al referirse a los amparos que revocó el mismo juez que los había otorgado.
Texcoco ya estaba construido en una tercera parte, con la torre de control incluida. Todo para abajo. AMLO le ordenó al Ejército hacer un aeropuerto en Santa Lucía porque ninguna compañía seria lo quiso construir.
Actualmente el aeropuerto de la capital transporta entre 45 y 50 millones de personas al año. Santa Lucía, en 2032, sólo moverá a 19.2 millones de pasajeros. Con un agravante, según el reciente reporte encargado al Grupo Aeroportuario de París: las pistas uno y tres no podrán funcionar simultáneamente. O sea no será posible tener despegues y aterrizajes al mismo tiempo.
No hay en el discurso presidencial ningún signo de que vamos a mejorar. Olvídenlo.
En violencia llevamos cerca de 35 mil muertos en su primer año de gobierno.
Hubo condolencias en el mensaje de López Obrador, aunque no para los miles de asesinados en México, sino para los muertos en Texas.
La estrategia del avestruz seguirá, por lo que no debemos esperar una mejoría en seguridad. Al contrario, los grupos criminales aumentan su poder. (Veintiún asesinados en una matanza en Coahuila el sábado)
No mencionó a Pemex -la niña de sus ojos- en el discurso del primer año de gobierno.
En realidad no tenía nada qué decir. Fue una forma de eludir que la producción cae más que en el sexenio anterior, y que en el tercer trimestre del año esa empresa del gobierno perdió 88 mil millones de pesos, contra 26 mil 770 millones de pesos en utilidades que tuvo en el mismo periodo del sexenio anterior.
En lo que va de su gobierno se han dejado de crear 328 mil empleos.
Promocionó como justicia social los apoyos económicos directos que otorga su administración. Eso no genera desarrollo, sino dependencia política hacia el gobierno que entrega los recursos.
En Brasil se inició un programa con rebajas, a las empresas, de 30 por ciento del costo que implica contratar a una persona de entre 18 y 29 años de edad. Así se generan empleos permanentes para gente joven y no le deben el favor político al gobierno.
Dijo el presidente que en su gobierno había aumentado la recaudación fiscal. Es tramposo ese dato.
Sí crecieron los ingresos tributarios en 1.6 por ciento respecto al año anterior, pero…: la recaudación por IVA (consumo) cayó 3.2 por ciento. También cayó el ingreso tributario por ISR (ingresos), en 1.2 por ciento.
¿Qué pasó entonces? Muy sencillo: aumentó el IEPS a combustibles en 61 por ciento. Sí, sesenta y uno por ciento subió el IEPS a gasolinas y diesel, luego de que dijeron que lo iban a bajar.
El apoyo a la gente necesitada es dinero en efectivo, pero han destruido el sistema de Salud: acabaron con el Seguro Popular a cambio de nada. Recortaron 118 millones al Programa Nacional de Vacunación. Quitaron 132 millones de pesos en Prevención y Control de Enfermedades. Doscientos treinta y un millones de pesos al Programa de Estancias Infantiles para Madres Trabajadoras. Menos dinero a Control y Prevención de Obesidad y Diabetes. Los hospitales de alta especialidad están deficitarios en todo.
Al campo, entre subejercicios y recortes, lo golpearon como décadas no ocurría.
Crear clientelas electorales con dinero en trasferencias directas, es la estrategia.
Esas clientelas quedarán atrapadas de por vida, porque el Presidente presumió la demolición de la Reforma Educativa como un logro. Enterrada está.
No habrá cambios que devuelvan la confianza para invertir (lo anunciado por la IP la semana pasada sólo significa 0.7 por ciento del PIB anual, y necesitamos inversiones en infraestructura por cinco por ciento del PIB)
La seguridad queda como hasta ahora: a mano de los criminales y a esperar que se conviertan en buenos gracias a programas sociales que no generan desarrollo.
El Presidente dice que vamos bien y en un año no habrá reversa. Pésimas noticias.