Diferencias entre un estúpido y un idiota
Es comprensible que algunos respetados analistas políticos digan que a estas alturas el PRI puede estar vivo o muerto, al cabo que no sirve para nada.
Tienen razón en parte, salvo un pequeño detalle: los votos del PRI son los que definirán en el Senado si se aprueba la reforma para perpetuar al actual presidente en el poder, bajo la máscara de una “revocación de mandato”.
El gobierno está empeñado en sacar la reforma constitucional de “revocación de mandato” en paralelo con las elecciones federales intermedias, o unos meses antes, pero siempre dentro del proceso electoral de 2021.
Lo anterior implica tener al presidente en la boleta electoral, que es la única forma que Morena pudiera aspirar a conservar su mayoría calificada en la Cámara de Diputados y en congresos locales.
Con esa mayoría será fácil extender el mandato presidencial, como hicieron con la “Ley Bonilla” en Baja California. Es cuestión de un paso, nada más.
La traba para esa maniobra está en el Senado, y la llave para abrir o cerrar la puerta a la perpetuación del presidente en Palacio Nacional la tienen los 14 senadores del PRI.
Por eso es importante el rumbo que le dé al PRI el dirigente que asume el domingo, Alejandro Moreno (Alito).
Si Alito es lo que muchos esperan, un alfil del gobierno federal, el PRI se dividirá y esa reforma va a pasar. Y con ella la otra.
Osorio Chong, líder de los priistas en el Senado, estará bajo fuego cruzado: el del aparato del Estado que lo busca doblar a través del caso Robles, y la nueva dirigencia nacional de su partido, alineada con los huéspedes de Palacio Nacional.
Puede suceder que Alito dé la sorpresa y sea genuinamente oposición, que no significa decir no a todo. Si llega con ideas para debatir con el nuevo gobierno y se mantiene firme en temas elementales, el PRI tendrá razón de ser.
Ese partido suele ser una caja de sorpresas. De ahí salen gobernantes buenos y malos, como los que hemos visto recientemente.
Tomemos dos gobernadores actuales del PRI: el priista que gobierna Sinaloa y el priista que gobierna Zacatecas.
Zacatecas, con el priista Alejandro Tello Cisterna, es una carga para el país: en el primer trimestre el PIB estatal creció -4.1 por ciento, comparado con el mismo periodo del año anterior. Es decir, crecimiento negativo, muy por debajo de la media nacional.
¿Cómo hizo ese gobierno para contraer así la economía, disminuir el ingreso de la población y tirar la generación de empleos? Se lo tendrá que decir el gobernador a sus paisanos y a ver si vuelven a votar por el PRI.
En seguridad, Zacatecas es el cuarto peor evaluado a nivel nacional, de acuerdo con la estadística de Semáforo Delictivo, en lo referente a delitos de alto impacto: homicidio, secuestro y extorsión. Un desastre.
Para congraciarse con la mayoría, el PRI de Tello se alió a Morena en el Congreso estatal y prohibieron en su Constitución local el derecho de las minorías a contraer matrimonio entre personas del mismo sexo.
Durante ese mismo periodo (primer trimestre contra primer trimestre), Sinaloa, que gobierna el priista Quirino Ordaz, tuvo un crecimiento del PIB estatal de 6.1 por ciento. El más alto del país.
¿Qué hizo ese gobernador del PRI para que su estado crezca así, mientras el país caía -0.3 por ciento? Entre otras cosas, combatió la inseguridad.
Sinaloa, la históricamente violenta Sinaloa, con el priista Quirino Ordaz hoy se ubica en el lugar 25 de los estados más inseguros, según Semáforo Delictivo. Le dio la vuelta al marcador.
¿Consecuencia de mejorar la seguridad? En el gobierno anterior llegaba un solo crucero al año, y en este año esperan 150, con el arribo de 300 mil turistas extranjeros.
Ahí está la diferencia entre priistas. Ordaz es el segundo gobernador mejor calificado del país, sólo por debajo del panista Mauricio Vila, de Yucatán.
¿Va morir el PRI? En Zacatecas seguramente sí. En Sinaloa no.
¿Tiene utilidad el PRI? Si con la dirigencia de Alito Moreno se planta como una oposición sensata y constructiva, pero firme en la defensa de principios fundamentales como la democracia y supervivencia de las instituciones que en buena medida ellos crearon, sí será útil como fuerza de centro.
Si se entrega al gobierno terminará, y muy pronto, convertido en lo que ahora son los partidos comunistas de las antiguas repúblicas soviéticas. Partidos de cuatro por ciento.
Y dependerá también si los gobernadores priistas dan o no resultados en economía y seguridad, como los ejemplos que acabamos de ver.