Morena, abuso de poder
El relato indica que, con el dedo índice de su mano izquierda, Eduardo Hernández Janet (Eduardo N., Cayeyo Jr.), disparó una bala de un revólver calibre .32 y segó la vida de Eugenio Castañón Elizondo (Eugenio N.), entonces novio de la hija del fiscal general de Justicia en San Luis Potosí, Federico Garza Herrera.
Un caso a todas luces peliculesco, único en el país, por sus implicaciones.
El homicidio ocurrió casi al amanecer del 5 de mayo de 2017, pocas horas después que Eduardo invitó a un grupo de jóvenes como él (rondando los 30 años de edad), a convivir en su casa, ubicada en el fraccionamiento Club Campestre, uno de los más exclusivos de la capital, tras departir en el no menos caro restaurante bar Hank’s San Luis, en Tequisquiapan.
El móvil del crimen no ha sido esclarecido. Ni tampoco cómo llegó el arma asesina a su mano izquierda, de lo cual se desprende que es zurdo, si bien el disparo al rostro fue a muy poca distancia, aunque bajo los influjos del alcohol.
El imputado, dicen, disparó a Eugenio con un arma de fuego calibre .32, la cual tiene variantes, pero en este caso, de seis cartuchos útiles, uno de los cuales fue percutido contra la víctima. En este momento sólo tiene tres cartuchos útiles, porque dos más fueron empleados por los peritos para disparar el arma y realizar sus dictámenes para conocer la mecánica de los hechos. No se sabe si usaron su mano izquierda para tales efectos.
Pero la pregunta es la misma. ¿De dónde salió esa arma? Si fue obtenida en el mercado negro, sería otra agravante, pero supongamos que tuviera un permiso de la Sedena, porque hasta donde se sabe, Cayeyo paseó durante un buen rato a sus invitados esa noche por la casa y ellos mismos revelaron haber visto varias armas cortas y largas. Según se dice, a la familia le gusta la cacería y por eso los artefactos estaban o están, ahí.
Pero quién caza con una pistola calibre .32.
Entonces surgen legítimas preguntas como si Hernández Janet ya estaba armado desde el bar, se armó en su casa o lo hizo en el momento de supuestamente reñir con Eugenio, por tener el revólver, digamos, a la mano. La lógica indica que ya estaba armado y si los abogados alegan que fue en defensa propia, como señalan en la excelente cobertura del caso de Mariel Sánchez en Quadratín San Luis Potosí, entonces cómo explican eso. Porque un arma de fuego no llega a la mano izquierda, ni derecha, por arte de magia.