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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 15 de abril de 2019.- Transcurrido un año del accidente donde la menor Zury Betzúa -de cinco años de edad- y su abuela Paulina perdieran la vida cuando viajaban a bordo de una ambulancia de la Secretaría de Salud, sus familiares refieren que la dependencia ha actuado con indolencia en su caso.
La tragedia ocurrió el 23 de febrero de 2018 y en agosto de ese mismo año, pagaron 240 mil pesos como indemnización al padre de la niña y después de ello nadie se ha acercado a brindar seguimiento al estado de salud de su esposa Guadalupe ni de su otro hijo, Esdras Omar, de sólo 2 años de edad. Ambos viajaban en la unidad desde Ciudad Valles -con destino a San Luis capital- cuando ocurrió la volcadura.
María del Rosario Leocadio, tía de la menor fallecida, acudió el pasado 8 de abril a la segunda consulta médica que le asignaron al pequeño en seis meses, en el Hospital del Niño y la Mujer; según declaró, a la madre del menor nunca le han dado seguimiento médico y las secuelas que ambos sufrieron, parecen ser irreversibles.
“Ella –mi cuñada- ya no ve, está ciega y el niño dejó de caminar, no habla, su cerebro está seco, así me lo dijo un médico; el neurocirujano Ríos, del Hospital General de Ciudad Valles, que cuando lo vio me dijo que mejor ya no le diera de comer para que acabara todo… aquí en San Luis otro médico me sugería lo mismo”, denunció con indignación.
Para esta familia humilde, que vive en la colonia Los Jovitos, el pago de una indemnización económica no resuelve nada, pues ha tenido que costear estudios y tratamientos de alto nivel para mantener al menor en mejores condiciones.
“Nos llena de dolor, murió mi madre y la niña, aparte ahora ver sufrir al niño, a mi cuñada sin poder ver ni hablar… mientras las autoridades no se hacen cargo de nada”, compartió.
De acuerdo con el diagnóstico médico de Esdras Omar, no hay manera de que recupere su estado de salud previo al accidente, por ello su familia buscará recursos legales que les permitan garantizar el acceso a un tratamiento de buena calidad, pues consideran que el accidente fue responsabilidad del chofer de la ambulancia.
Reveló que este trabajador sigue prestando sus servicios como conductor de las unidades de emergencia oficiales y no fue castigado con cárcel por haber cometido la imprudencia de conducir a exceso de velocidad.
“Nos lo hemos topado y el señor todavía maneja ambulancias, la verdad nos destrozaron la vida y ahora vemos cierta indiferencia que no es justa”, contó.
Zury Betzúa padecía leucemia y era atendida en el Hospital Central Ignacio Morones Prieto, el viaje que realizaba a la capital aquel fatídico día -en compañía de su madre, abuela y hermano- era para brindar seguimiento a su estado general de salud, “la batalla comenzaba a ganarse y acabó en tragedia”, señaló su familiar.