
Canasta básica: el termómetro del bolsillo en México
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 21 de agosto de 2025.-El regreso a clases en San Luis Potosí trae consigo algo más que la emoción de los niños por reencontrarse con sus compañeros, también representa una de las temporadas más difíciles para los bolsillos de los padres de familia.
Agosto se ha convertido en sinónimo de gastos excesivos: útiles escolares, cuotas “voluntarias” y, sobre todo, uniformes. Aunque las escuelas los piden como un símbolo de igualdad, en la práctica resultan ser caros, de mala calidad y muchas veces, una imposición por parte de las instituciones educativas.
En todas las regiones del estado —Huasteca, Altiplano, Zona Media y Centro— la queja es la misma: los uniformes terminan siendo un lujo “para todos”, que no todos pueden costear. Y aunqueel sistema educativo nacional promete accesibilidad y hasta gratuidad, en algunos casos la realidad en los hogares potosinos es otra.
La lista interminable
En escuelas privadas, principalmente, los uniformes representan uno de los desembolsos más elevados. Basta revisar las listas de precios para dimensionar el problema:
Un solo paquete básico, con una prenda de cada tipo, alcanza los $5,383. Y si la familia decide comprar prendas dobles para prevenir accidentes o desgastes, el gasto puede superar los $7,000 por hijo.
“Para mí es el gasto más fuerte del año. No solo es un uniforme, son varios, y además nos los piden con bordados específicos que elevan aún más el costo. Yo tengo dos hijos y este ciclo escolar gasté poco más de 14 mil pesos solo en uniformes”, compartió una madre de familia que prefirió mantener el anonimato
Estrategias de supervivencia
Ante esta realidad, algunas familias han encontrado en las redes sociales un respiro.
Grupos de Facebook se han convertido en mercados alternativos donde se revenden uniformes en buen estado, ya sea de generaciones anteriores o de niños que cambiaron de talla antes de desgastar las prendas.
La lógica es simple: “más vale un uniforme usado pero económico, que uno nuevo pero inalcanzable”.
Aun así, la carga económica sigue siendo pesada. El problema se agrava para quienes tienen más de un hijo en edad escolar. Mientras que un padre con un solo estudiante puede planear su gasto, quienes tienen dos o tres hijos enfrentan una presión que muchas veces obliga a endeudarse o sacrificar otros gastos básicos.
La postura oficial
Ante las críticas, la Secretaría de Educación de Gobierno del Estado (SEGE), a cargo de Juan Carlos Torres Cedillo, ha intentado dar respuesta.
“Se está recomendando a los directivos que lo hagan a través de la asociación de padres de familia. La intención es que ellos busquen convenios con empresas que puedan ofrecer mejor precio porque no vamos a permitir que algún director haga negocio obligando a comprar en un lugar más caro que el mercado general. Si esto ocurre, pedimos que se denuncie”, subrayó el funcionario.
Sin embargo, en los hechos, son pocas las escuelas que aplican esta medida con transparencia, y los padres aseguran que el discurso oficial rara vez se refleja en descuentos reales.
¿Y la calidad?
A la par de los altos costos, otro de los reclamos más frecuentes es la mala calidad de los uniformes. Telas que se despintan a la primera lavada, costuras frágiles, botones que se desprenden y zapatos que apenas duran unos meses, «los raspan o los dejan» son parte de las quejas de los padres.
Muchas familias optan por adquirir versiones más económicas en el mercado local, aun con el riesgo de que no cumplan al 100% con los lineamientos de las escuelas.
Asociaciones de consumidores
Organizaciones dedicadas a la defensa del consumidor han señalado que las escuelas no pueden obligar a los padres a comprar uniformes en tiendas o proveedores específicos, ni exigir que sean nuevos si los anteriores aún están en buen estado.
Además, recomiendan comparar precios y buscar alternativas, siempre que se respeten el color y el diseño institucional.
Cada año la misma historia
El uso de uniformes se plantea como un apoyo a la economía familiar, sin embargo, la realidad es que acaba marcando una diferencia entre quienes tienen entre sus posibilidades llegar con todo reluciente y nuevo y quienes lucen uniformes usados que las madres intercambiaron o compraron en mercados o redes sociales a un precio mucho menor.
El uniforme deja de cumplir su función cuando los niños, en lugar de lucir y sentirse iguales, se convierten en reflejo de un sistema que sigue siendo desigual.
Uniformes para todos, sí… pero caros y chafas. Y mientras no se revisen a fondo los convenios escolares y la calidad de las prendas, el inicio de cada ciclo escolar seguirá siendo un golpe directo al bolsillo de miles de familias potosinas.
Reproducción autorizada citando la fuente: Quadratín SLP
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