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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 29 de agosto de 2020.- Sitio preferido que buscan los furtivos novios para un momento de privacidad y una de las arquitecturas más bonitas de la ciudad de Rioverde que se encuentra en decadencia, así es la plaza de San Antonio, evocación que hacemos a su historia gracias a los datos de Archivo Histórico de Rioverde.
El terreno donde se localiza la plaza de San Antonio esquina 5 de Mayo con Reyes, fue propiedad de la señorita Margarita Verástegui, quien a finales del siglo XIX lo donó a la Parroquia de Santa Catarina de Alejandría para que se construyeran en él una capilla.
El párroco de Santa Catarina no lo consideró conveniente por la cercanía con el templo parroquial, por lo que se quedó para el esparcimiento del pueblo de Rioverde, el lugar era un pequeño bosque de aproximadamente 90 por 90 metros.
Era un espacio familiar donde los vecinos se encargaban del mantenimiento de sus jardines, pues existía una especie de concurso o competencia entre los diferentes barrios para ver quien conservaba su jardín en mejores condiciones.
Para 1919 durante la administración municipal del señor Francisco Rocha Mendoza, éste ordenó a los jardineros Tokuichi Ogata Kato y Jacinto Rivera que plantaran los laureles de la India, algunos de ellos aún están en pie.
Durante los años treinta se instalaron algunas bancas que fueron donadas por los vecinos del lugar, como el caso del señor Arcadio Sandoval Corpus, dueño del hotel Sandoval, localizado en la calle Paulo Verástegui.
En 1954 durante la administración del señor Ignacio Maldonado Suárez se reconstruyó la Plaza de San Antonio dejándola como ahora se encuentra, con pisos de mosaico, bancas de granito y una pequeña pérgola (galería de verduras formada por una serie de columnas) de estilo romano, diseñada por el Ing. Manuel Velazco Touseitt.
En 1955 en la parte sur de la Plaza se localizaba el centro social El Prado (refresquería), propiedad del señor Benito Nava Cruz quien lo conservó hasta la década de los sesentas para después traspasarlo al señor Mario Rivera, desapareciendo a inicios de los años setentas al caer una de las grandes ramas del laurel sobre el techo del local.
En los primeros años de la década de los noventa, durante la administración del señor Fausto Izar Charre, se encargó al Ing. Pablo Antonio Fortanelli Rodríguez la reparación de los desperfectos como: mosaicos rotos, pintura, compostura de bancas, la banqueta por donde corría la acequia del lado norte, además se ampliaron los jardines de la parte norte y oriente de la plaza.