Dejan 4 cadáveres en Culiacán, Sinaloa, 2 están decapitados
CIUDAD VALLES, SLP., 24 de octubre 2020.- En la época más aciaga de inseguridad en la era moderna de la ciudad, el punto culminante fue el ataque de civiles armados a la Policía Municipal de Ciudad Valles, que en dos ocasiones: El atardecer del 30 de julio de 2010 y el amanecer del 21 de mayo de 2011, cobró la vida de media docena de personas, cuyos cuerpos quedaron esparcidos en toda el área de las instalaciones, en esa esquina de Bulevar y Frontera.
Debido a que el inmueble de la corporación se encontraba en sector céntrico, rodeado de hospitales, albergues y guarderías, las autoridades decidieron cambiarla a un sitio donde representara menor riesgo a la ciudadanía, pasando a lo que se conocía como La Granja Vickos, por el rumbo del Libramiento Poniente. Se fue así el peligro, pero tal pareciera que “algo” se quedó para siempre sembrando miedo en el sitio que antes fue epicentro del terror.
Para dar aprovechamiento al edificio, la Oficialía del Registro Civil pasó de la antigua ubicación frente al Parque Pípila a ocupar un amplio espacio, con la intención de aumentar la funcionalidad en el servicio al público; sin embargo –a decir de algunos empleados- lo que se incrementó fue el miedo a estar laborando solos a elevadas horas del día, cuando extrañas manifestaciones comienzan a registrarse.
Las versiones de que fantasmas recorren el lugar apagando o prendiendo computadoras, son recurrentes, hasta afirman que en ocasiones se atreven a poner música; empleados señalan haber visto a una niña andar entre los pasillos, cuando las oficinas se quedan desiertas, y escuchar ruidos a los que no les encuentran explicación, pero debido a los cuales, cuando dan las 3 de la tarde aplican a cabalidad el dicho de “vámonos, porque aquí espantan”.
Por si fuera poco, al paso del tiempo el espacio fue ocupándose por otras dependencias municipales, donde en los últimos dos años y más aún en 2020, despacharon empleados y funcionarios que han ido muriendo, algunos en forma repentina y trágica, y otros con la salud minada de a poco. La primera fue Luz María Loredo Álvarez, una capturista del Registro Civil, a principios de 2015.
Le siguió Pablo Vázquez Moctezuma, director de Espectáculos, asesinado en pleno centro de la ciudad la noche del 14 de junio de 2018, cuando ya no era titular. Al año continuaría la cadena de muertes: Beatriz Vargas Alejandrez, otra capturista del Registro Civil -hija de doña Bety, la actual encargada del aseo- dejó de existir el 14 de octubre de 2019, luego de una repentina afección en el riñón que la llevó a la sala de operaciones, y luego a terapia intensiva.
Ahí también funciona el departamento de Igualdad y Diversidad Social, cuyo jefe, Leopoldo Espinoza Oliver, falleció debido a problemas de salud, el 30 de junio de 2020. En el edificio está el área de Recursos Materiales, y su encargado, Jesús Munguía González, pereció el 8 de julio, por enfermedad. Y finalmente el 9 de octubre, murió María Guadalupe Arias Herrera, directora de Control Patrimonial, que también ahí se ubica.
Doce ausencias: Seis en el interior y otro tanto fuera; ¿coincidencia? o ¿cuál es el que sigue? ¿Quién ocupará el cabalístico sitio número trece en una tumba de las oficinas de la muerte?