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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 21 de octubre de 2018.- La puerta que da acceso a miles de centroamericanos para, como sea, llegar a la antesala de Estados Unidos, se encuentra en la frontera entre Guatemala y México. La travesía por México representa un viacrucis para los migrantes, pues en el trayecto son asaltados, secuestrados, sufren de sed, pasan hambre y frió, son testigos de delitos y hay quienes sufren accidentes al intentar subir el tren.
Justo cuando creen que ha pasado lo peor al dejar su país se encuentran con México, en ocasiones muchos migrantes solo buscan refugio, pues huyen de amenazas de muerte, pero principalmente del hambre.
Alex partió de Honduras el pasado 20 de julio. Cruzo Centroamérica y llegó a la frontera de México en un día, sin embargo, su travesía en nuestro país se ha prolongado dos meses.
Explicó que en los países centroamericanos existe una ley que les permite el libre paso, simplemente con mostrar identificación o pasaporte, pero en México no se les permite lo mismo.
“En México tenemos que hacer todo a escondidas, pero sabemos que es mucho riesgo; nos enfrentamos a los asaltantes y si los libramos te encuentras con la policía quienes también nos roban o nos piden moche”.
Alex, quien tiene 31 años, mencionó que ha intentado cruzar tres veces a Estados Unidos, durante las cuales ha pasado experiencias difíciles.
Una vez, contó, abordó el tren y desde arriba pudo ver a una mujer que intentaba trepar acompañada de su pequeña hija. En ese momento Alex recordó a su hija (que se encuentra en Honduras), y sin pensarlo se bajó para ayudar a la mujer.
Aunque la mayoría de los mexicanos suelen dar la espalda a los migrantes en su travesía por México, Alex dijo que una ocasión, en su estancia en Veracruz, una mujer y sus hijos les brindaron ayuda a él y otros cuatro hondureños. Les advirtieron de los asaltos en esa zona y los resguardaron de los agentes antinmigrantes.
En cuanto escucharon el paso de un tren, salieron de la casa de la señora y lo abordaron. “Esa noche solo cuatro alcanzamos a subir”.
Pero Alex y sus acompañantes se equivocaron de ruta y llegaron a Puebla; donde un hombre les dio dinero para trasladarse en camión a la ciudad de México. El hombre les explicó una ruta para llegar a una casa del migrante en la capital.
“Hasta ahí no entendía lo que Dios me tenía preparado, pero cuando llegamos albergue nos preguntaron cómo nos había ido en un lugar donde horas antes policías federales habían golpeado a migrantes y entonces fue que entendí porque nos equivocamos de ruta», comentó.
Aunque algunos migrantes centroamericanos, se quedan a trabajar en México, la mayoría tiene como objetivo lograr llegar a Estados Unidos, para poder ofrecerles a sus familias, a quienes deja en sus países de origen, una mejor calidad de vida.