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XILITLA, SLP., 10 de noviembre de 2019.- Calificarla como una decisión surrealista (para no salir del tema) sería más sutil para no denominarla una ocurrencia de costo millonario, urdida –como suelen ser muchos proyectos- desde los burócratas en la capital del estado, con un objetivo que a poco más de un año, satisface solamente a la egolatría de los autores de esta quimera, a la que intentan darle nombre de museo.
Cuando la espera de los visitantes para ingresar al Jardín Escultórico de James-Las pozas, llegaba a las tres horas bajo un sol quemante de Semana Santa, germinó el disparate atrás del escritorio, de desahogar esa afluencia con una nueva alternativa: El “Leonora Carrington”. Como podían esperarlo las mentes que derraman lógica, tal solución fue un fracaso, y en 2019 la gente siguió arribando al Jardín, y esperando hasta cinco horas.
Los autores del proyecto terminarían de ponerle su toque de surrealismo con la designación como encargada, de una doctora que pronto supo que oprimir el botón de una cámara fotográfica por años (durante los cuales por cierto no ha ganado nada relevante en ese terreno), no era lo mismo que saber de museografía, de atención a visitantes, de relaciones públicas, y de promoción.
Así, Emma Viggiano terminó comandando un grupo de personas de la tercera edad, cuyos modales, imagen, cerrazón y escasez de visión, son más apropiados para el catecismo o la doctrina religiosa en el templo cercano –ahí en el centro de Xilitla- que en un sitio al que pretenden catapultar a niveles internacionales, gracias al prestigio de una artista sobresaliente del surrealismo como Leonora Carrington, que ninguna culpa tiene.
Con ese esquema, es de esperar que –tal como sucede- el museo que fue anunciado de manera rimbombante por el Gobierno del Estado, esté condenado a la soledad y al olvido, pues aunque la entrada no es cara (menos de 50 pesos) la proyección del sitio carece de los canales adecuados. La gente no va, ni siquiera lo conoce; y se concretan a hacer filas, como antes, afuera del Jardín de James, el sitio que realmente les interesa conocer.
Cuando las ocurrencias continuaron y alguien dispuso vender en paquete -y de forma preferencial- el acceso a Las pozas y al Museo Leonora Carrington, siguieron las demostraciones de que éste lugar en la cabecera municipal no les interesa a los turistas: Muchos prefirieron pagar el precio elevado de 140 pesos (por ambos accesos), pero solo aprovecharon la entrada para el Jardín Escultórico, en cuyos basureros acabó el otro boleto.
La ausencia del básico sentido común que caracteriza a los “responsables” del Museo Leonora Carrington, y la poca atención que desde la capital pone el gobierno –que siente haber cumplido su misión con Xilitla- parece condenar al abandono a un proyecto que desde un principio se incubó en conflictos, como el protagonizado entre los encargados y el exalcalde Javier Pacheco, a quien hasta acusaron de quererse robar las piezas.
Así, de ese escaso nivel de diplomacia es la capacidad de quien encabeza el inmueble, y los intentos a distancia no sirven para incrementar las estadísticas de afluencia, por más que subrepticiamente se divague entre alegres números distantes de la realidad. No sirven las buenas -pero remotas- intenciones, ni los elevados costos de producción de videos promocionales, mientras no se tomen medidas efectivas y se reencause el rumbo.