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MATLAPA, SLP., a 4 de mayo de 2019.- Una pareja de adultos mayores de la cabecera municipal se encuentra desesperada ante la situación que atraviesa, debido a que padece algunas enfermedades que la incapacita, a veces no tienen para comer y viven de los apoyos de la gente.
La pareja, compuesta por María Sebastiana Flores, de 75 años de edad y su esposo, Fernando Hernández Rubio de 61 años, se dedican a la venta de especias, como pimienta, ajo, orégano, esponjas para lavar trastes y piedras para sacar brillo a los sartenes metálicos en su domicilio, ubicado en la zona centro de Matlapa, sin embargo, hay días duros en los que no logran vender sus productos y se quedan sin alimentación.
María Sebastiana explicó que la venta de estos productos los hace en su casa, un pequeño cuartito adaptado como local, donde ni siquiera tienen una cama para que su cansado cuerpo duerma en buenas condiciones por las noches, teniendo que pernoctar en el suelo, solo con una cobija, pasando algunas veces fríos intensos, además de despertar adoloridos por lo duro del piso, lo que se refleja en su piel arrugada por la edad, pero intensamente amoratada.
“Nos han ofrecido albergue, pero mi viejo tiene amputadas las piernas, usa una silla de ruedas y yo con la edad ya no me puedo mover, porque tengo una hernia además de que me estoy quedando ciega, aunque tenemos el apoyo de una asociación, pero no está demás pedirle a la presidenta municipal, Karina Obregón, nos ayude un poquito, no queremos abandonar nuestro hogar, y flojos no somos, le echamos ganas pero a veces nos rebasa la pobreza y solo comemos algunas tortillas, porque ni alcanzamos a acompletar para el kilo, que ya está muy caro”, dijo la mujer, con la voz entrecortada.
Señaló que la asociación que los apoya es “Gente de Buena Voluntad”, pero además consideran deberían ser integrados a algún programa para adultos mayores, ya que no tienen este beneficio; además de algunas despensas, cada determinado tiempo, ya que presentan desnutrición y enfermedades respiratorias por dormir en el suelo.
“Solo queremos que nos ayuden un poquito, sabemos y queremos trabajar, no queremos volvernos inútiles”, explicó finalmente doña María Sebastiana.