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CIUDAD VALLES, SLP., 28 de agosto.- Desde 1982, cada 28 de agosto las personas adultas mayores son festejadas en todo el mundo tras la celebración de la primera Asamblea Internacional de la Organización de la Naciones Unidas dedicada al envejecimiento; pero a don Tomás Hernández Martínez el regalo del Día del Abuelo le llegó por adelantado, cuando una empresa de Axtla le obsequió desde el miércoles productos para su venta.
EL PALETERO SE HIZO VIRAL
La historia para el hombre de 63 años comenzó a cambiar desde el pasado 15 de agosto, después de que algunas personas que lo vieron vendiendo helados en el mismo sitio al que concurre desde hace dos meses, usaron las redes sociales para sugerir al público que acudiera a comprarle, y así pudiera retirarse temprano a casa y no corriera el riesgo de enfermarse de Covid 19.
La respuesta favorable resultó abrumadora, y a las pocas horas sucedió lo que no había visto en sus 45 años de vendedor: La terminación de su mercancía, y aún con clientes en la fila; varios de ellos le propusieron que regresara al día siguiente, lo cual cumplió y el fenómeno de venta siguió repitiéndose, a la par con su popularidad. Al día siguiente –domingo 16- lo conocimos y divulgamos una entrevista con él.
CONSPIRANDO A SU FAVOR
En ese fenómeno creciente, la fama de don Tomás salió de Valles y llegó hasta Axtla, donde el propietario de la paletería El Coyol, Luis Alberto Muñoz Coyol, y su encargado de publicidad y ventas, Presciliano Hernández Adrián, El Pistache, tuvieron la intención de ayudarlo y publicaron una pesquisa el 23 de agosto por la noche.
Yolanda Arnulfo, seguidora de Quadratín SLP que había leído la entrevista difundida en este medio una semana atrás, nos compartió el enlace y decidimos convertirnos en fomentadores del encuentro. Todavía la lluvia que le provocó un resfrío al expendedor y en consecuencia una ausencia de dos días de su sitio habitual, nos complicó lograr desde antes esa reunión.
Finalmente el miércoles dimos con su domicilio, entre los baches y lagunas allá por la Unidad Deportiva Municipal, nos explicó la razón de su ausencia y le avisamos de la intención de los empresarios axtlenses; los enlazamos con una llamada y se acordó la entrega para las 6 de la tarde. Parecía que todos estábamos emocionados, que llegamos más temprano, y para las 5:30 ya se había concretado la donación.
DESDE AXTLA CON AMOR
La paletería El Coyol se dedica a la elaboración de helados y paletas artesanales, para su venta por menudeo y mayoreo, sobre todo a quienes desean iniciar o hacer crecer su negocio en el ramo, “nuestra visión es ser impulsor de nuevos emprendedores, y que nuestro producto esté al alcance de todas las familias”, explica su dueño.
Establecida en calle Cuauhtémoc y Matamoros, a unos pasos del edificio de Seguridad Pública en Axtla, se fundó apenas el 15 de febrero de este año. “Nos dimos cuenta en redes sociales que el señor batallaba para vender su producto, en base a eso Presciliano se dio a la tarea de encontrar al señor para ofrecerle un apoyo en especie y de esa forma él se pudiera ayudar económicamente”, añade el propietario.
¿Y CÓMO ES ÉL?
Don Tomás sale cotidianamente desde la colonia Santa Lucía –al norponiente de la ciudad- para buscar el sustento de los cuatro miembros de su familia, “dicen que no salga uno, pero tengo hambre, tengo que salir”, explica. Luego presume una fortaleza que le ha permitido desplazarse a pie hasta la zona indígena, vendiendo en La Lima y Ojo de Agua, y una salud que lo ha protegido por más de seis décadas.
Con el pantalón doblado hasta las pantorrillas, su humilde sombrero y portando un cubrebocas blanco K95, se coloca todas las tardes a cumplir una jornada de ocho horas -en horario promedio de 5 de la tarde a 1 de la mañana- en la zona circundante al cinema, por el estacionamiento de Farmacias del Ahorro, o frente a Bodega Aurrera, acompañado de su carrito lleno de paletas, nieves, sándwiches, y rompopes.
No carga teléfono inteligente, mucho menos tiene Facebook o WhatsApp, así que cuando le hablamos de redes sociales siente que charlamos sobre algo desconocido, aunque real, y prefiere ampararse en una sonrisa amable. Como tampoco conoce de publicaciones virales, se limita a su fe, y define esta serie de eventos muy afortunados como “una bendición de Dios”.