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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 28 de octubre de 2019.- Desde los 14 años de edad, Alejandro Rocha, originario de la comunidad El Capulín, en el municipio de Rioverde, vio posible hacer realidad el sueño de migrar a los Estados Unidos para trabajar, formar una familia y un patrimonio próspero.
Hasta ahora, la dedicación y el trabajo duro le han recompensado bastante, pues de un adolescente “mojado”, pasó a ser un exitoso empresario y ganadero en el estado de Texas.
Alejandro radica desde hace 23 años en la ciudad de Austin, donde aprendió el oficio de la carpintería gracias a sus cuñados, que ya radicaban allá con sus hermanas, pero nunca se conformó con ser ayudante o aprendiz de tal actividad, sino que con mucho empeño desarrolló el oficio a gran escala para tener la base del éxito del que ahora goza.
Con el paso de los años, específicamente a partir del 2009, pudo formar su propio negocio de carpintería interior y ahora tiene la posibilidad de dar empleo a 30 paisanos, algunos de ellos rioverdenses como él, quienes lo apoyan para concluir grandes proyectos en la mitad del tiempo que comúnmente tarda un negocio dedicado a este ramo.
El negocio de Alejandro brinda sus servicios a una empresa desarrolladora de vivienda. Comenta que cada vez que concluye un proyecto, queda completamente satisfecho porque mucha gente que recibe su casa, ya encuentra todos los elementos que convierten esos espacios en auténticos hogares: marcos y puertas, algunos muebles y piezas de carpintería interior en lo general.
Pero el éxito del hijo pródigo de El Capulín no se remite solo a eso. Como añora su infancia y la vida rural, una vez que empezó a prosperar su negocio de carpintería, incursionó en la ganadería y hoy su familia es dueña del Rancho San Juditas, Bucking Bulls, en Austin, con 30 toros de reparo.
Aunque tiene más de 11 años que no viaja a San Luis Potosí, es muy conocido en el rancho donde creció. Inclusive, un conjunto musical infantil llamado Los Luzeros de Rioverde, le dedicaron un corrido.
Al día de hoy, siendo esposo y padre, y después de más de dos décadas de haber dejado su tierra, la extraña y recuerda con orgullo. No olvida sus caminatas entre las rancherías, los paseos a caballo y a la gente que lo vio nacer. Recuerda un cariño muy especial por su tía Alejandrina Rocha, quien siempre lo impulsó y a querer un futuro mejor en esta vida.