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Aspirante a juez penal en SLP estaría ligado a asesinato de 2 jóvenes
SOLEDAD DE GRACIANO SÁNCHEZ, SLP., 13 de febrero de 2025.- Dominic tenía 12 años y un sueño enorme: convertirse en piloto de motocross. Le fascinaban las motos, los animales y pasar tiempo con su papá, con quien vivía desde los cuatro años. Era un niño inquieto, curioso y lleno de energía, que cada tarde después de la escuela ayudaba en el negocio familiar de autopartes para Volkswagen.
Su vida giraba en torno a esos pequeños momentos cotidianos, los mismos que hoy su padre recuerda con nostalgia y dolor. En entrevista con Quadratín, narró parte de los hechos que enlutaron su hogar para siempre.
Cada día, Dominic salía de la primaria Juana de Azbaje y veía a su papá esperarlo afuera. Juntos iban a comer, platicaban sobre las cosas del día y después trabajaban un rato en el taller. No necesitaban más. Pero todo cambió el 29 de enero, cuando la rutina se rompió de golpe y el tiempo dejó de tener sentido.
Esa tarde, al llegar a casa en el fraccionamiento Buenaventura, Dominic le pidió permiso a su papá para jugar con un vecino, un niño un poco mayor, de 14 o 15 años. No pasó mucho tiempo antes de que aquel vecino regresara, pero no con la misma alegría con la que había salido. Llevaba a Dominic en brazos, bañado en sangre. Solo alcanzó a decir: “le dispararon”, y desapareció a bordo de su motocicleta.
El papá de Dominic hizo lo que cualquier padre haría: corrió, lo tomó en sus brazos y lo llevó de inmediato al hospital de Soledad de Graciano Sánchez. Media hora después, le dijeron que su hijo había muerto.
No hubo más explicaciones. Cuando volvió a casa, la del vecino estaba vacía. Habían desaparecido la madre del menor, el padrastro y él. Con el paso de las horas y los días, la única certeza que tuvo fue que la justicia no llegaba. Las autoridades sabían quiénes eran los responsables, pero no hicieron lo suficiente para detenerlos.
Las investigaciones encontraron manchas de sangre dentro del domicilio del vecino. Todo indica que el arma, una pistola de 9 milímetros, estaba en esa casa. El disparo entró por su estómago y salió por su espalda baja, perforando la arteria ilíaca y arrebatándole todo lo que soñaba ser.
Hoy, su padre se enfrenta a un vacío imposible de llenar. Hace 15 días todavía lo llevaba a la escuela, y simplemente ya no está. Su casa sigue igual, pero ahora hay un pequeño altar con veladoras y los juguetes de Dominic, testigos silenciosos de una vida que se apagó demasiado pronto.
Y con el dolor también llega la frustración. El miedo de exigir justicia. La incertidumbre de no saber si algún día se hará algo para que esto no le pase a otro niño.
Dominic quería volar en motocross, pero su historia quedó suspendida en el aire, en una espera sin respuestas y con mucho dolor para sus seres queridos.