Experta de UASLP señala riesgos de productos industrializados en jóvenes
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 31 de marzo 2021.- Se identifica por uno o varios episodios de manía o euforia, alternados con episodios depresivos importantes, lo que provoca errores de juicio y pone en riesgo la vida o la integridad del paciente.
Llaman los Servicios de Salud a diagnosticar y atender oportunamente este padecimiento que inicia entre la adolescencia tardía o en la adultez temprana.
El trastorno bipolar es un padecimiento que puede afectar aproximadamente a 2 de cada 100 personas y que puede tener múltiples causas relacionadas entre sí, como factores emocionales, hereditarios y neurobiológicas, en los que se produce una alteración de las emociones, pensamiento y conducta; es por lo que los Servicios de Salud hacen un llamado a diagnosticarlo y atenderlo oportunamente.
La dependencia informó que el trastorno bipolar es una enfermedad crónica asociada con episodios depresivos, maniacos: aumento de energía y ánimo mixtos, una combinación de los dos anteriores, relacionados con el estrés de la vida diaria o situaciones fuertes, las cuales provocan alteraciones en los neurotransmisores del cerebro, y todo ello se manifiesta como síntomas clínicos, ya sea una depresión muy grave con ideación suicida o una elevación muy grande de ánimo que provoque errores de juicio y ponga en riesgo la vida o la integridad del paciente, entre otros.
Esta enfermedad no discrimina el género u origen étnico, tiene un curso variable que inicia típicamente en la adolescencia tardía o en la adultez temprana, y es raro que se inicie en los extremos de la vida. Coloquialmente se usa el término bipolar de manera incorrecta para denotar y estigmatizar características no deseables en la interacción con las personas, lo que ocasiona confusión con el padecimiento psiquiátrico como tal.
Este trastorno requiere no solo de tratamiento clínico, sino de espacios de trabajo comunitario, laboral y social; es prioritario tratar de comprender el padecimiento y atender las crisis afectivas tanto en las clínicas generales, en casa o en los entornos donde se relaciona el paciente, a fin de integrarle de una manera más amplia y con mayores oportunidades.