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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 9 de marzo de 2020.- El colectivo Fe y Esperanza que participa en la búsqueda de personas en lugares donde son encontradas fosas clandestinas o restos óseos, tiene entre sus integrantes muchas historias llenas de dolor, angustia e incertidumbre por los familiares que de un día para otro desaparecieron sin dejar rastro.
Pero estos sentimientos se ven interrumpidos por la esperanza de encontrarlos y cerrar un ciclo o tener por lo menos algo de ese ser querido por quien se llora.
Así con las historias de Alicia y Alma Delia, contadas a Quadratín SLP.
HACE UN AÑO
Alicia Almendrares Gómez desde hace un año busca a su esposo Miguel Ángel Martínez Caballero quien solamente venía de vacaciones desde Guadalajara, Jalisco y del que no supo más desde el 17 de febrero de 2019.
Alicia relata lo difícil de trabajar en cada diligencia con el anhelo de finalmente tener algo de su pareja con quien siempre dio por sentado pasaría el resto de su vida.
“El 27 de febrero cumplimos un año que desapareció, soy de Guadalajara, desapareció en la calle Toluca de San Luis. Tengo desde mayo pasado en el colectivo Fe y Esperanza, si no fuera por ellos, no sé si estuviera aquí; he participado en cinco búsquedas y no tengo palabras para hablar de eso. La verdad es muy doloroso que de un día para otro te cambie la vida. Un día crees que vas a ver a esa persona hasta el día de su muerte y otro, ni siquiera sabes dónde está y debes buscar en un lugar que no es el tuyo”.
Alicia Almendrares con llanto en los ojos relató que por su situación de no radicar en el estado potosino es más doloroso llevar su pena ya que por momentos se siente sola lejos de su familia, pero su motivación es ver el alivio de sus compañeros al encontrar algo del familiar perdido.
“Duele más porque estoy sola en esto, pero apoyada por Fe y Esperanza con la ayuda de la Fiscalía (General del Estado) y la Unidad de Búsqueda que me han apoyado ayudado mucho, porque no sabría ni dónde buscar”.
CASI UNA DÉCADA
Otra triste historia es la de Alma Delia Delgado Bermúdez quien busca a su esposo Guillermo Silos Sánchez desde hace nueve años. Las averiguaciones previas indican que su última ubicación fue dentro de la capital potosina o en su área conurbada y cuando Alma Delia tuvo contacto con su pareja, este se dirigía en un viaje de trabajo hacia Querétaro, lugar al que nunca llegó.
“Me hablaron de la empresa para decirme que ya no tuvieron comunicación con él, lo cual era raro porque siempre se comunicaba conmigo. Puse mi denuncia, pero en aquel entonces las autoridades no hacían el trabajo correspondiente, en ocasiones no nos querían tomar la denuncia porque no había pasado el tiempo establecido”, recuerda.
Alma Delia comentó que la participación en el colectivo aminora su dolor poniendo su granito de arena para que alguien más cierre el ciclo que tiene pendiente, mismo que en los casos de desaparición no concluye hasta tener la certeza de que lo encontrado en el lugar pertenece al ser amado.
“A mí sí me gusta participar en el trabajo de campo por lo mismo, porque uno pone su granito de arena para que alguien más encuentre paz en un caso de desaparición, sobre todo no tener la incertidumbre, saber qué le pasó, es un duelo que no se puede concluir. Cuando pasa un homicidio sabes en dónde está tu familiar, pero en una desaparición no y es algo muy difícil de afrontar”, explica Alma Delia.
Señala que ya lleva varias expediciones y también se ven cuestiones como homicidios, secuestros, violaciones.
“Son hechos de alto impacto, en desapariciones llevo participando con la Fiscalía tres años que es cuando se implementó la mesa de desaparecidos”, relató.