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El pasado lunes 15 de junio fue publicado en el sitio web de la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (CONAMER) el Programa Sectorial de Energía 2020 – 2024, expedido por la Secretaría de Energía.
Dicho documento deviene del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019 – 2024, por lo que se ajusta a la línea de política pública que ha marcado la actual administración del Gobierno Federal. El instrumento se encuentra integrado por 6 objetivos y 27 estrategias prioritarias con 151 acciones puntuales que conducirá la Secretaría de Energía.
Los 6 objetivos mencionados a la letra señalan:
1.- Alcanzar y mantener la autosuficiencia energética sostenible para satisfacer la demanda energética de la población con producción nacional.
2.- Fortalecer a las empresas productivas del Estado mexicano como garantes de la seguridad y soberanía energética, y palanca del desarrollo nacional, para detonar un efecto multiplicador en el sector privado.
3.- Organizar las capacidades científicas, tecnológicas e industriales que sean necesarias para la transición energética de México a lo largo del siglo XXI.
4.- Elevar el nivel de eficiencia y sustentabilidad en la producción y uso de las energías en el territorio nacional.
5.- Asegurar el acceso universal a las energías, para que toda la sociedad mexicana disponga de las mismas para su desarrollo.
6.- Fortalecer al sector energético nacional para que constituya la base que impulse el desarrollo del país, como potencia capaz de satisfacer sus necesidades básicas con sus recursos, a través de las empresas productivas del Estado, las sociales y privadas.
El aludido programa se encuentra encaminado a depositar en las empresas productivas del Estado el desarrollo del sector energético, sin que promueva la apertura de los mercados y la participación de las empresas de la iniciativa privada, asimismo señala de manera equivoca que el Estado es a quien se debe fortalecer.
Resulta oportuno tomar en consideración que las empresas productivas del Estado, como son la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (PEMEX) se han visto inmersas en temas de corrupción, problemas con los sindicatos, una nómina desproporcionada, obscuridad en sus costos operativos y su gasto, designaciones para la construcción de proyectos sin que medie una licitación pública, además de no ser necesariamente las empresas más eficientes del sector.
Por lo que es muy cuestionable el considerarlas como ejes de desarrollo, máxime que al contar con la naturaleza de empresas, se deberían encontrar sujetas a las condiciones de un mercado, en donde las empresas más eficientes, las que brinden un mejor servicio y aquellas que garanticen mejores precios con una buena calidad de productos, serán las que prevalecerán, como consecuencia de las decisiones de los usuarios, que al final del día son los mismos ciudadanos y no como el Estado lo intenta, a través de una imposición.
Además el multicitado documento desconoce la posibilidad de estrechar relaciones comerciales con aliados estratégicos, desaprovechando por ejemplo los precios competitivos del gas natural en Estados Unidos, los cuales son los más bajos a nivel global y que contribuirían a disminuir en gran medida los costos de generación de energía eléctrica en México.
Por el contrario sostiene la idea errónea de generar una economía cerrada, limitando la interacción con otros países, con el propósito de aparentemente garantizar una autosuficiencia energética, sin embargo, con ello se perderán oportunidades de minimizar costos y se tendrán repercusiones económicas negativas que al final del día afectarán a los ciudadanos que pagan los precios finales de los energéticos.
De igual manera deja a un lado la promoción de las energías renovables, dado que solo habla de nuevas reglas y restricciones para las mismas y en contraste enfatiza la necesidad de apostar por la refinación y el uso de combustibles fósiles. En particular hace hincapié en el proyecto de la refinería Dos Bocas, cuando es sabido que la mezcla mexicana de petróleo es muy costosa de refinar por sus características y que además la industria de los hidrocarburos se encuentra en una constante debacle, ante el hecho evidente de que los combustibles de esa naturaleza eventualmente se agotarán, además de las peligrosas repercusiones ambientales que ocasionan.
Finalmente habla del desarrollo de tecnología y el registro de patentes, pero a cargo del Estado, cuando en realidad aquel debería impulsar a la ciudadanía para el desarrollo de cada vez más descubrimientos científicos, tecnologías y patentes a fin de democratizar el acceso a los mismos.