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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 28 de marzo de 2019.- En la presentación de resultados del estudio “La Situación Actual de las mujeres en el embarazo, parto y puerperio en la microrregión Huasteca Centro de San Luis Potosí” del Colegio de San Luis (Colsan), la doctora Oresta López Pérez comentó que este brinda la oportunidad de reflexionar sobre las prácticas de los profesionales de la salud, que ayudarán a mejorar y garantizar la atención de las mujeres, su vida y la autonomía sobre sus cuerpos.
La doctora López Pérez, coordinadora del Laboratorio de Investigación: Género, Interculturalidad y Derechos Humanos así como del estudio presentado, indicó que es necesario ratificar qué es la violencia obstétrica, pues muchas veces la gente desconoce el concepto, por lo que se definió como todo abuso, conducta acción u omisión intencional, negligente y dolosa que lleva a cabo el personal de salud de manera directa o indirecta, que dañen, denigren, discrimen y de un trato deshumanizado a las mujeres durante el embarazo, parto o puerperio, que tenga como consecuencia la pérdida de su autonomía y la capacidad de decidir sobre su cuerpo y sexualidad.
El objetivo de este estudio, que abarca los municipios Aquismón, Huehuetlán, San Antonio, Tanlajás, Tancanhuitz, y Tampamolón, como microrregión Huasteca Centro, fue describir las expresiones de violencia obstétrica que manifiestan y viven las mujeres en edad reproductiva de estos municipio y que sufrieron en manos del personal de salud.
Las doctoras Jessica Yolanda Rangel y Mariana Juárez Moreno, quienes también formaron parte de este estudio, indicaron que el tema de la violencia contra las mujeres es intersectorial, por lo que involucra a la sociedad y a muchas instituciones.
Durante las pesquisas se reveló que las mujeres en municipios como Aquismón, Huehuetlán y Tancanhuitz, se sigue utilizando la partería, pero muchas veces no quieren hablar sobre ello debido a que la práctica se ha estigmatizado, y piensan este instrumento como un acto criminalizado y no como un derecho.
En cuanto a quienes emiten consejos prenatales, identificaron que no solo las y los médicos juegan una parte importante para orientar a las mujeres, sino también las madres, los esposos, las suegras, así como los parteras.
Sin embargo, en estas últimas se reveló que a las mujeres embarazadas, el personal del servicio de salud, les dieron la instrucción de no asistir con ellas, pues podrían ser multadas, “pero lo hacen como una manera de motivarlas a acercarse a una atención institucionalizada”.
En el estudio manejaron cuatro indicadores: discriminación, prácticas asociadas a posible negligencia, abuso y acciones u omisiones intencionales.
En el que se mostró que han llegado a vivir burlas por parte del personal de salud por alguna solicitud realizada, un número importante llego a parir fuera de una institución, mientras que a otras se les negó la solicitud de permanecer acompañadas durante el trabajo de parto.
La doctora Rangel señaló que a las mujeres también se les preguntó si conocían de qué se trataba un dibujo clásico del aparato reproductor femenino, en el una población importante de cada uno de los municipios respondieron que les era desconocido, lo que se traduce de mujeres desinformadas, que no han recibido acceso a la educación sexual en el aspecto más básico.
El estudio también reveló que la mayoría de las mujeres no identifican un imagen de dilatación o de expulsión.
La doctora Rangel señaló que no se trata de criminalizar la práctica de personal de medicina y enfermería, sino evidenciar que no hay competencias interculturales para hablar con las pacientes, “estamos hablando de mujeres con grandes desventajas sociales e históricas”.
Al preguntarles si el ser una mujer indígena dependería la rapidez en la que serían atendidas, un gran número respondió que sí, “el hecho de ya ir predispuesta a que, porque el hecho de ser indígena, vas a ser discriminada y recibir una mala atención, ya las coloca en una situación de estrés emocional al acercarse a las instituciones de salud, y eso aumenta la percepción del dolor y que la experiencia es traumática”, comentó la doctora Rangel.
Por su parte, la doctora Juárez Moreno indicó que la mayoría del personal de salud enfrenta barreras lingüísticas y estereotipos, que limitan la capacidad de comunicación con las mujeres indígenas, por lo que es importante comenzar a capacitar a las instituciones desde una perspectiva intercultural.
Señaló que a las comunidades rurales y marginadas son enviados médicos y médicas pasantes o recién egresados, a los que les hace falta información sobre interculturalidad, así como la experiencia, “consideramos que no es apropiado que se estén enviando a los pasantes, sino que hay que pensar en otras estrategias”.
Entre una de las recomendaciones hechas por la doctora Juárez Moreno es que el personal y las instituciones de salud, reconozcan a las mujeres indígenas y que sean tratadas como ciudadanas que tienen derecho a la salud y a decidir sobre sus cuerpos, “para que puedan construir una identidad cultural propia, tanto de la sexualidad que ellas viven, de la maternidad y del número de hijos que quieren tener. El reconocer y apoyarlas para que no sean tratadas como inferiores por el hecho de ser indígenas”.
También recomendó que es necesario establecer estrategias para que las mujeres indígenas estén informadas, que se realicen materiales educativos y didácticos que les permitan acceder al conocimiento, así como maneras de fortalecer su confianza en las instituciones de salud e incluir traductores de las lenguas náhuatl y tének dentro de los hospitales para un mejor diálogo con las pacientes.