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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 23 de abril de 2019.- Tlacuilo comenzó a trabajar en el mundo del tatuaje hace 14 años, cuando él tenía 36 años. Aunque inició como aprendiz y duró con el puesto alrededor de siete años, para después comenzar a tatuar.
Originario de la Ciudad de México, Tlacuilo se ha movido alrededor de toda la república para aprender sobre las técnicas de los tatuadores en cada estado, hasta que se estableció en San Luis por ubicarse en el centro del país.
Este artista tatuador indicó que en años anteriores las personas no se tatuaban, hasta que llegó un cambio con sus ventajas y desventajas, ya que a pesar de que se dio más apertura, ha habido una “contaminación del medio”, debido a que se ha dejado de dibujar.
Para Tlacuilo es necesario comprender lo que sucede con el tatuaje, qué es, para qué funciona y cómo cambia, ya que si el tatuador no lo hace con el dibujo será una mancha dentro de 10 años, “si tu tatuaje ocupa retoques, no es un tatuaje. Los mejores son lo que siempre se ven igual”. Además de que necesita de una base sólida fuerte, la cual reside en el negro, ya que de lo contrario los colores se esparcen y terminan en una mancha.
También es importante comprender su historia y las innovaciones, como el tatuaje japonés, el cual se encuentra entre los mejores debido a que fueron hechos para perdurar, “no porque podamos dibujarlo quiere decir que esté bien hecho o que se ve bonito”.
Señaló que lo que hace que un tatuaje sea característico de la delincuencia o de los grupos pandilleriles, es el motivo que se tatúa, “aquí en México hay una amplia gama de prisionero o de presidiario como la Santa Muerte, las charras, morras con sombrero y tocados en el cabello”.
Mientras que la raíz de los tatuajes son los tribales, “se supone que la historia es así: hace ocho mil años todos los marineros de un montón de lados llegaron a un archipiélago que está entre Australia y la India, que es Borneo (…) lo apreciaron, vieron, se lo llevaron y adaptaron según su lugar”.
Con la llegada del internet, Tlacuilo indicó que esto ha hecho de los tatuadores, artistas “lentos y torpes”, pues ya es más sencillo buscar una imagen, imprimirla, hacer un esténcil y esperar que los resultados sean buenos, aunque lo ideal sería que cada uno trabaje sus diseños, “para mí el proceso [de tatuar] es llegar, contarme qué quieres y de ahí yo desarrollar un diseño para ti”.
Para realizar un tatuaje, depende del diseño y del tamaño. Hay pequeños que requieren de 40 minutos aproximadamente, hasta otros más grandes que requieren horas o días.
Él recomienda que las personas interesadas conozcan el trabajo de cada tatuador y aprendan de ella, para no solicitar cosas que no realiza, “si hace rosas, no le pidas un infinito, porque eso lo puede hacer cualquiera”.
Define su estilo como tradicional y precolombino, aunque también le agrada el flash, es decir, las ilustraciones que realizaron otros tatuadores para que se reprodujera en las tiendas, “pero le doy un toque mío, no nada más es reproducirlo. Es redibujarlo, conocerlo, aprenderlo y hacerlo de nuevo, hacerlo tuyo”.
En cuanto al tatuaje en México, indicó que éste está en “pañales” a comparación de otros países como los de Europa o los que se realizan en Japón, “pues clasificaron y desarrollaron estilos según el lugar (…) hay buenos tatuadores, nada más que están guardados”.