Estrena Guillermo Arriaga filme inspirado en volcadura que sufrió en SLP
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 25 de marzo 2021.- Junto a los fragmentos de ropa ensangrentada acumulada en un rincón de la choza Bernardino y aunque la luz de la vela era tenue, le llamo atención un mecapal con grecas como las que grababan las mujeres indígenas en los caseríos de la sierra de Xilitla, Aquismón o Matlapa entre otros.
Tocando ligeramente con el codo a José Trinidad, le hizo señas con la mirada para que viera el mecapal y la ropa.
La voz de la extraña anciana les distrajo.
– Traen hambre, lo veo en su cara pero ahorita les serviré unos tamales o bolín que acabo de sacar del fogón- , les dijo apuntando a la parte baja del brasero dónde había un horno.
– Mientras se enfrían pueden descansar en el tapanco – mostrándoles una rústica escalera de troncos.
Efectivamente, la falta de alimento y el cansancio tenía a los tres agotados, por lo que siguieron los consejos de la mujer y subieron.
En unos segundos Bernardino y José Trinidad cayeron en profundo sueño, pero Agustín percibía que algo siniestro escondía la choza y la anciana.
Entonces miro por la rendija que dejaban dos varas del tapanco y vio asombrado como por la parte trasera del jacal entro un sujeto deforme con facciones simiescas que caminaba semi inclinado y cubierto con una especie de manta sucia.
Jadeaba intensamente y su pelo crecido y desordenado le daba un aspecto siniestro acentuado por los destellos de la vela.
Cargaba un bulto sobre los hombros que arrojo en una tarima junto al fogón.
Agustín estaba petrificado pero venía lo peor.
A pesar de la semi obscuridad alcanzó a ver qué el bulto era el cuerpo de un hombre cubierto de sangre.
Al escuchar el golpe del cuerpo contra la mesa, la anciano volteo al tapanco mientras le hacía una seña al ser deforme para que no hiciera ruido y con un dedo le dio a entender que había alguien arriba.
El ser retrocedió mirando al tapanco mientras movía el rostro de un lado a otro de los hombros, y se perdió en la oscuridad.
La mujer tomo entonces un afilado guingaro y con rápidos y precisos movimientos destazó el cadáver envolviendo los trozos en hojas de plátano que ocultó bajo un manojo de ramas secas acumulados a espaldas del fogón. (Continuará)