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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 20 de octubre de 2019.- Es uno de los edificios más emblemáticos de San Luis Potosí y este año cumple su 125 aniversario. El Teatro de la Paz se ha mantenido en la historia potosina para convertirse en el recinto cultural por excelencia, y ser hogar de las bellas artes.
Su historia comenzó a escribirse a finales de 1882, cuando el entonces gobernador Pedro Díez Gutiérrez solicitó al arquitecto José Noriega un proyecto para la ciudad, conocido por su prestigio como constructor de teatros, pues ya había levantado los de León, Aguascalientes y Guanajuato.
Para febrero de 1883 Noriega presentó lo que sería la primera propuesta, la cual tuvo por nombre Teatro del Comercio, cimentado sobre los escombros de una cárcel que, a su vez, ocupaba los restos del convento del Carmen y estaría, literalmente, rodeado por un hotel que tendría su fachada frente a la Alameda Juan Sarabia.
Sin embargo, no corrió con buena suerte y, a pesar de las modificaciones hechas por el arquitecto, fue imposible realizarlo. Mientras que los anexos exteriores, al frente y a los lados, planeados para los servicios que hubiese prestado el hotel, se usaron como viviendas u oficinas.
Tuvieron que transcurrir seis años para comenzar a trabajar, cuando se logró formalizar un préstamo con la casa Gibbs and Son, Sociedad Bancaria de Londres, ya que en ese entonces el estado atravesaba por una crisis económica y había que pasar a los reos a una nueva penitenciaria.
ERIGIDO POR CONVICTOS
Una vez conseguido el préstamo, se colocó la primera piedra el 16 de septiembre de 1889 por parte del gobernador Carlos Díez Gutiérrez. Meses después, en mayo de 1890, los presos fueron trasladados a la penitenciaria El Santuario, hoy Centro de las Artes.
Durante más de cinco años cientos de trabajadores, entre los que se incluían toda clase prisioneros, se encargaron de demoler los restos del convento que devino en prisión, para levantar el nuevo recinto que albergaría las artes.
Finalmente, fue inaugurado el 4 de noviembre de 1894 con la presentación de una Oda compuesta, exclusivamente para el evento, por el poeta Manuel José Othón, quien estuvo acompañado con la Compañía de Ópera Popular con la puesta en escena de Lucrecia Borgia.
En sus primeros años, el teatro sirvió para audiciones y representaciones memorables, donde llegaron a actuar la orquesta de Flavio F. Carlos y concertistas visitantes de gran prestigio. Para el año de 1899, contaba con un aparato cinematográfico Lumiére, acogido con gran entusiasmo por el público.
LE LLEGÓ LA REVOLUCIÓN
Derivado de los cambios políticos y sociales que atravesaron al país en 1910, reflejados en la Revolución Mexicana y a su vez en el Teatro de La Paz, lo que una vez había sido un monumento del antiguo régimen, quedó en el abandono y su deterioro fue inevitable.
Para recordar la imagen de lo que fue el recinto en su primera etapa, se tendría que visitar los antiguos teatros con planta de herradura, llamado así por la disposición curva de sus localidades, contemporáneos al de La Paz en ciudades vecinas, como el Teatro Juárez de Guanajuato, el Morelos de Aguascalientes y el Calderón de Zacatecas.
Su concepción arquitectónica correspondía a aquel en el que el espectáculo desarrollado en el escenario no siempre era el protagónico; quienes solían acudir al teatro iban a lucirse y contemplar a los demás asistentes.