Afectan bajas temperaturas a iguanas en la Huasteca Potosina
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 11 de octubre 2020.- El (pasado) domingo 4 (de octubre) una elevada e inusual movilización de patrullas y unidades de corporaciones policiacas rompieron el silencio casi al final de la calle Niños Héroes, de Ciudad Valles: Un hombre se había quitado la vida, colgándose en el interior del hotel frente a la terminal de autobuses; la encargada que lo vio en una de las habitaciones del segundo piso estaba aterrada.
Pero la tranquilidad del sector se había trastocado dos noches antes, a decir de Edna Castillo, una estilista que renta desde hace tres años el edificio contiguo, propiedad de Gustavo Muñoz: “Desde el viernes (2 de octubre) y sábado (en la noche) los perros estuvieron ladrando y aullando, y luego una lechuza anduvo volando por aquí, haciendo ruidos extraños; también se escuchaban sonidos como si arrastraran los pies”.
Cuenta la mujer que estaba acompañada de una amiga y de su hijo de ocho años, quienes también percibieron esos acontecimientos poco comunes; los sucesos se repitieron el domingo al amanecer, horas antes –o quizás al mismo tiempo- que el trágico acontecimiento en el sitio de hospedaje: “Y entonces oímos también un grito, como un alarido fuerte, prolongado, que venía desde la parte de atrás”.
“Nos dio mucho miedo y yo (como soy cristiana) mejor me puse a orar, creímos que ya había pasado todo, pero luego al rato nos dimos cuenta del movimiento en el hotel porque encontraron muerto al señor, precisamente en una de las habitaciones que da para acá; a lo mejor fue al mismo tiempo de lo que oímos, no sabemos, pero lo que sí es cierto es que ahí (en el hotel) se ve una mujer que entra a los cuartos, y hasta la han confundido con una huésped”, agrega.
La teoría que deambula por el rumbo -junto con las apariciones- es que una señora fue asesinada en un inmueble cercano, por el rumbo de la calle Negrete, al que apenas separan unos metros del lote baldío y enmontado. Alejandrina García Reynoso, otra vecina, confirma lo anterior y refuerza la versión del crimen, de una mujer y su esposo, en la construcción de dos pisos, contigua al estacionamiento, y que desde el homicidio, quedó abandonada.
“Yo tengo 45 años viviendo aquí, llegué de recién casada, a los 15; y sí, muy seguido escuchamos esos gritos horribles, desde hace unos veinte años, cuando mataron a esas personas”, recalca la testigo, mientras cumple con la cotidiana labor de planchado en el humilde patio de ese enorme predio, circundado por varias chozas, y donde ahora viven varios de sus hijos, algunos de los cuales han sido víctimas de otro tipo de hechos inexplicables.
“Aquí también se aparecen duendes, a veces te hacen travesuras, pero a una hija mía le sacaron (de su cuarto) un niño que tenía, chiquito, como de un año, lo bueno que lo encontramos acá afuera; nos han dicho que aquí pasan muchas cosas raras porque hace años era como un panteón, donde se juntaban los soldados durante la Revolución, y aquí mataban y enterraban gente”, detalla.
El comentario tiene cierta lógica si ubicamos que el terreno se encuentra apenas a unos metros de lo que era uno de los pocos caminos reales a principios del siglo pasado, después conocido como Antiguo Camino al Pujal y actualmente avenida Pujal. Seguramente los secretos guardados en aquella manzana tenebrosa apenas van aflorando, y generan esas escalofriantes coincidencias como el alarido antes del suicidio ¿a menos que no sea casualidad?