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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 31 de marzo de 2019.- La escritora, gestora cultural y coordinadora editorial, Socorro Venegas Pérez, impartió la charla sobre su libro Cultura de Paz, Palabra y Memoria, en el que indicó como los libros, la lectura y la escritura pueden traer esperanza y construir sociedades y escenarios de paz.
Socorro comentó cómo está obra representa diferentes etapas de su trabajo en la administración pública, pero también una sorpresa encontrada en el Fondo de Cultura Económica (FCE).
Explicó cómo inicialmente este proyecto de la FCE, de reconstrucción del tejido social a través de la cultura escrita, consistía en abrir una librería en Apatzingán, Michoacán, sin embargo, los mismos programas que se realizaban en las librerías, no eran los mismos que necesitaba el municipio.
Cuando Venegas Pérez y su administradora partieron rumbo a Michoacán para ver cómo emprender el proyecto, encontraron lo que ella describió como “una cosa escalofriante”, pues era una sociedad dolida, desconfiada de todos y todo.
Una comunidad en donde se hablaba de manera normal sobre la corrupción y la violencia que sufrían sus habitantes diariamente, en el que la mayoría de las mujeres estaban solas porque habían enviudado o los hombres habían desaparecido, ya sea porque fueron asesinados, secuestrados o estaban en la cárcel.
También describió cómo en las casas de cultura no contaban con ningún libro y ningún proyecto de lectura, mientras que los talleres estaban dedicados para saber cómo realizar uñas postizas y paletas de malvavisco, “procuraba no juzgar eso, porque por algo existían esos talleres (…) empezamos con mucho tiempo”.
Explicó cómo en esta comunidad de 200 mil habitantes, el crimen organizado tenía la capacidad para dejarlos a todos incomunicados, intervenir las líneas telefónicas, poner un toque de queda y en el que entre amigos, conocidos y vecinos, sabían quién estaba involucrado en esta situación.
Para este proyecto, su primer paso fue localizar a los líderes comunitarios, talleristas de cultura infantil e independientes, que sin el apoyo del Estado aún continuaban con su labor, “gente comprometida y convencida de que su trabajo tenía un sentido y de que un proyecto cultural puede rescatar una comunidad”, para analizar qué podían organizar en Apatzingán.
Señaló cómo el proyecto cultural se logró gracias a que la comunidad conocía y respetaba a sus líderes, “gente que eran como ellos, gente que sabían que trabajaban de manera honesta y muy valiente”.
También se involucró un proyecto arquitectónico en el que se modificó y recuperó el espacio público del centro cultural, que en ese entonces estaba al aire libre y en el que sus gradas eran de cemento; donde la única oportunidad de realizar alguna actividad era a las 3:00 de la mañana debido a las altas temperaturas, por lo que estaba tomado por el narcomenudeo o personas que iban a fumar marihuana.
Las actividades fueron documentadas para transmitir la información a Luz María Chapela, quien ayudó a construir este modelo de gestión para una cultura de paz, basado en la experiencia del Fondo en Apatzingán.
Sin embargo, señaló que este modelo no funciona si la comunidad se encuentra en la misma situación de esta comunidad michoacana, “no necesitamos hacer todo un centro cultural, no todo lo que aquí se hizo para que funcione. Lo que este modelo pide es que una persona piense como, individualmente, se relaciona con los demás, cuál es tu idea de la cultura de paz”.
Lo que sí es necesario es que las personas comprendan los conceptos clave, pues será lo que dé un enfoque distinto a los proyectos culturales, como, qué es cultura de paz qué es un gestor cultural, qué es conciencia de sí, lo que se entiende por arte, cultura, espacio, memoria, comunicación, mediación, derechos humanos…
Que esté más presente que el vocabulario de la violencia, apropiarse de otras palabras para redefinir la realidad ahora.
Se invitaron a autores del norte del país, como Eduardo Antonio Parra, Antonio Ramos Revillas, Pancho Hinojosa y Julián Herbert, autores que contaban con una sensibilidad, “no tenían miedo de ir, habían estado en situaciones parecidas”.
Señaló que con este proyecto se logra trabajar con los jóvenes para cambiar su perspectiva, que imaginen otro escenario, en el que emigrar a Estados Unidos no sea la respuesta, ni que la meta de los niños sea ser sicarios como sus familiares, “contra eso es con lo que debemos trabajar cualquier proyecto cultural”.
Este es un proyecto formativo, una propuesta con una pedagogía en el que se realizan seminarios sobre la cultura de paz, y que se tiene que pensar como una premisa, en el que es necesario modelos de referencia, políticas públicas y experiencias. Que sea apropiado por personas interesadas en esta perspectiva, que sea horizontal y arrope a todos.
“Si no creamos las condiciones [para los espacios culturales] perpetuamos esta eterna carencia de todo (…) lo que esos libros pueden lograr, lo que la palabra puede lograr, como puede sanar a la gente es impresionante”, señaló.
A las personas que les interese, este libro está disponible para descargar digital gratuita.