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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 9 de febrero de 2020.- La Caja del Agua es una de las construcciones arquitectónicas más conocidas de la capital, aunque antes de símbolo cultural, esta estructura tenía el propósito de recibir el agua que bajaba del manantial de la Cañada del Lobo en la Sierra de San Miguelito -descubierto en 1617-, para distribuirla a las y los potosinos que se reunían en el lugar.
La obra fue impulsada en el año de 1828 por quien fuera el primer gobernador del estado, Ildelfonso Díaz de León, quien además de introducir las bellas artes a la ciudad con el Teatro Alarcón tres años atrás, estaba decidido a dotarla de un sistema de agua potable.
Llevar a cabo el plan, no fue fácil. Un diputado del Primer Congreso Constituyente, llamado Vicente Romero, boicoteó al Gobernador y causó que el proyecto quedara detenido, por lo que no fue sino hasta tres años después que fue retomado por el mandatario José Guadalupe de los Reyes.
El diseño de la obra fue encargado al grabador y pintor José Guerrero Solachi, mientras que su ejecución estuvo a cargo del arquitecto Juan N. Sarabia. Sin embargo, antes de que estuviera lista la Caja del Agua, también fueron construidas otras fuentes a lo largo de la Calzada de Guadalupe y que también eran parte del proyecto, pues estaban conectadas con el largo acueducto que llevaba el agua hasta la también conocida como Conservera.
DESDE 1835
La caja está compuesta por una estructura circular, hecha a partir de cantera, con cuatro macetones ornamentales a cada lado, y con cubierta piramidal de azulejos que rematan en una piña de piedra. Mientras que los pilares y cadenas que la rodean fueron colocados en 1953.
Una vez que estuvo concluida este símbolo de estilo neoclásico en México, fue inaugurada y puesta en servicio en agosto de 1835. Durante gran parte del siglo XIX y principios del XX, los habitantes de las villas de San Miguelito y San Sebastián, así como parte del sur de lo que actualmente es el Centro Histórico, se abastecían del agua que corría de la Cañada del Lobo.
Fue en esta época en la que también surgió la figura de los llamados aguadores, quienes se dedicaban a sacar el líquido en grandes garrafas de barro -también llamados chochocoles-, para llevarlas hasta las casas de los habitantes de los barrios, y así evitar ir hasta la Conservera.
CERRÓ LA LLAVE
La caja estuvo en funcionamiento hasta el año de 1935 cuando fue declarada Monumento Histórico, por lo que nunca más se ha vuelto a sacar agua por sus llaves, aunque cuando la temporada de lluvia es alta aún se guarda agua en ella.
Su importancia y simbolismo es tan grande que se han realizado diversas réplicas. En 1970, el Ayuntamiento regaló una réplica a los habitantes de Chimalistac en la Ciudad de México, y fue instalada en el que es actualmente el Jardín San Luis Potosí. De igual forma, en 2012 se regaló otra a la ciudad de Pico Rivera, en California, Estados Unidos, con motivo del 45 aniversario de su hermanamiento con la capital.
Desde entonces este monumento se ha erigido como un orgullo de las y los habitantes de San Luis Potosí, debido a su belleza arquitectónica que la ha logrado traspasar las fronteras y convertirse en un símbolo identificable y apreciado por muchos.
COSTÓ 25 MIL PESOS
La Caja de Agua está a la entrada del paseo que conduce al Santuario de Guadalupe, cerca del jardín de la Merced -ahora jardín Colón.
Los planos primitivos que incluían nivelaciones, piletas, puentes, túneles, sifones y fuentes, incluyen un costo: 25 mil 548.07 pesos. Fueron preparados por don Luis Zapari, arquitecto y perito de adornos, nativo de la ciudad de Valladolid, hoy Morelia.
El plano original medía siete metros y «no queda más que una pequeña parte», de acuerdo con Cronologías de San Luis Potosí.
«Recordaremos que (el arquitecto) Tres Guerras, gran exponente del estilo neoclásico, daba término a la obra del Teatro Alarcón a fines de 1827 y es probable que fue él quien trajo a Zapari a San Luis Potosí para hacer el trabajo importante en que este perito de adornos y arquitecto pueda estar laborando», señala.
Luego de terminar su trabajo en el mencionado teatro, Zapari se habría dedicado en 1828 a las nivelaciones y preparar el proyecto para presentarlo a finales de noviembre.
«Con estos antecedentes se explica fácilmente el motivo de adoptar el estilo neoclásico en el proyecto de Zapari y por lo tanto, en el diseño de la Caja de Agua», precisa Cronologías.