Arquidiócesis de SLP lanza colecta de ayuda a Guerrero tras huracán John
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 3 de mayo de 2020.- Establecida entre las calles Hidalgo, Morelos y Julián de los Reyes, se encuentra la Antigua Alhóndiga, inmueble que fue utilizado como almacén de las semillas que surtían a las casas de la capital en la época de la Colonia.
En una entrevista para Historias de San Luis, el doctor José Armando Hernández Soubervielle, autor del libro “De piedra y maíz. Las alhóndigas y el abastecimiento de granos en San Luis Potosí durante el virreinato”, explicó que la alhóndiga es una institución que tiene su origen en la España bajo control musulmán, donde existían espacios a los que llegaban las caravanas que, a la vez de servir como un lugar para pernoctar, también permitía a las personas comerciar sus productos.
Estos espacios se convirtieron en mercados con toda clase de productos y ellos se mantenía el control de los comerciantes al establecer un impuesto para poder vender.
España asumió este tipo institución y la denominó alhóndiga, por lo que el gobierno controlaba el ingreso del abastecimiento a los lugares, el cobro de impuestos y evitaba que los precios se dispararan, para que no existiera el encarecimiento y desabastecimiento de los productos.
Su arribo a San Luis Potosí fue en 1609 y se convirtió en la primera establecida en territorio novohispano, antes incluso que las alhóndigas de Guanajuato y Zacatecas, los cuales eran los dos centros mineros más importantes de la Nueva España, y que al momento de su establecimiento siguieron las ordenanzas —las reglas que la institución tiene para su funcionamiento— existentes en la alhóndiga potosina.
Sin embargo, la primera no es la que actualmente se encuentra en la calle de Hidalgo, sino que estaba construida en lo que ahora es el Palacio de Gobierno ubicada en la Plaza Mayor, las antiguas casas reales y el espacio de comercio; lugar donde convivían el comercio, la política y la religión del antiguo pueblo de San Luis.
En un principio, en la alhóndiga se comerciaba maíz y harina, aunque tempranamente comenzó a verse la cerámica de Michoacán, fruta de Tierra Caliente, chocolate de Guatemala, entre otros productos, debido a la importancia minera y poblacional de la ciudad durante esa época.
Asimismo, el doctor Hernández Soubervielle explicó que el Ayuntamiento tenía la potestad de solicitar el permiso de fundar la alhóndiga y ponía el orden del ingreso del grano a las bodegas, así como el precio y calidad del producto. Además, se encargaba de cobrar el impuesto a la persona que llegara a vender su producto, para la recaudación fiscal del gobierno.
LA ADMINISTRACIÓN A SUBASTA
Para administrar la alhóndiga en nombre del ayuntamiento, existía el puesto del alcalde, el cual era nombrado a través de un remate público; la persona que hiciera la postura más atractiva y tuviera los mejores fiadores era quien se quedaba con el puesto.
También existía la figura de regidor, nombrado por el mismo alcalde, para encargarse de verificar el ingreso de los productos, el precio —que cambiaba de acuerdo con la cantidad que existía durante el día y la calidad entre los mismos—, además de cobrar el impuesto.
El balanzario tenía la responsabilidad de contar con las medidas de los pesos del grano, para que se vendiera lo que se decía, las cuales son muy distintas a las que tenemos en la actualidad.
LA SEGUNDA SEDE
El establecimiento del segundo edificio de la alhóndiga y que se conoce actualmente como la Antigua Alhóndiga se debe a cuestiones políticas cuando ocurrieron los tumultos de San Luis en 1767. Debido a los acontecimientos y para restablecer el orden, el visitador general de la Nueva España, don José de Gálvez Gallardo, dio la instrucción de que las Casas Reales (actual Palacio Municipal) se construyeran de nueva cuenta enfrente, el Palacio de Gobierno, y donde se encontraba la alhóndiga.
Por lo que para continuar con la recaudación que permitiera la edificación, la alhóndiga tuvo que ser reubicada. Es así que don José encarga a Felipe Cleere encontrar un nuevo paraje para establecer la alhóndiga, quien proyectó el diseño del edificio. Sin embargo, no fue quien inició la construcción en 1771. Se trataba de un edificio sólido, planeado para evitar tener problemas de humedad que perjudicara el grano, mientras que los locales que hacen frente a la arcada estaban destinados a la comercialización de frutas, legumbre, huevo y pescado, entre otros productos.
A su vez, una de las mitades del edificio fungía como depósito el cual, en los tiempos de sequía y falta de granos, ayudaba al abastecimiento, que los comerciantes contaran con productos para vender y enfrentar el periodo, además de un método de control para evitar las malas prácticas que se presentaban.
“Felipe Cleere concibe este edificio con términos comerciales, completamente y decide dotarlo de una serie de pequeñas bodegas para que la gente pudiera vender otros productos, además del grano y del maíz”, explicó.
El reloj que se encuentra en su fachada data del siglo XX y antiguamente, marcaba la hora que dictaba la parroquia para abrir sus puertas y con la última campanada del día cerraban.
La alhóndiga comenzó su proceso de decadencia institucional a finales del siglo XVIII, pero dejó de funcionar como tal con la consumación de la Independencia en 1821, por lo que el edifico fue tomado como un espacio de comercio aún controlado por el Ayuntamiento.
Sin embargo, con el cambio de estatuto jurídico de San Luis en 1824 el Gobierno del Estado toma poder de las Casas Reales y otros espacios del Ayuntamiento ilegalmente, y aunque este trató de recuperar el edificio de la alhóndiga, esto no dio resultado.
DECADENCIA
El espacio dejó de funcionar como bodegas hasta 1912, cuando el gobernador Rafael Cepeda vendió ilegalmente el edificio a particulares. Aunque su vocación no cambió se convirtió en el corazón del núcleo comercial del centro de la ciudad.
Actualmente, está dividido en varios locales y de su antigua gloria solo se conserva su fachada arcada que está deteriorada.