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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 16 de julio de 2019.- El boxeo fue su centro de rehabilitación, ellos son jóvenes que tocaron fondo, pero lograron un impulso para salir a flote de las adicciones y el pandillerismo… gracias a su valor, fuerza, constancia y un deporte que les permitió tirar un gancho a la vagancia.
Es en el Centro Comunitario de la colonia Terremoto, a donde asisten al menos 50 adolescentes y niños, todos aleccionados por Dora Verónica Matamoros Rincón y el profesor, Mauro Posadas García.
Aquí se encuentran con historias dolorosas, jóvenes de carencias afectivas incalculables y niños cuya inocencia fue devorada por la descomposición familiar, aun así, luchan en medio de su soledad por no recaer.
Rubén de Jesús apenas cumplió 14 años de edad y había perdido todas las ganas de superarse, cuando las malas compañías, el ocio, y las drogas llegaron a su vida. Hoy después de tres meses de entrenamiento, prometió no volver a fallarle a su familia.
Mientras sus lágrimas rodaban, dijo, “yo no voy a caer, se lo sigo prometiendo a mi abuela, todo ese dinero que tiré a la basura, ahorita mi abuela está enferma, y yo quisiera remediar todas esas cosas, yo les digo a los muchachos que nunca la prueben (las drogas), porque van a perder la conciencia y a sus familias”.
Jonathan Sánchez, de 15 años, ingresó al boxeo cuando tenía 10 años, lo hizo para poder defenderse de sus compañeros de primaria, que lo acosaban y se burlaban constantemente de su físico.
“Me decían de cosas y yo me tenía que defender, se burlaban de mi físico, pero nadie es perfecto en esta vida. Me dejaron de hacer bullying cuando empecé a entrenar box, y aquí me doy cuenta de que puedo defenderme”, compartió.
Juan Antonio Noyola, tiene 25 años y hace algún tiempo salió del penal de La Pila, en donde pasó encarcelado dos años por robo calificado; dentro del centro penitenciario comenzó a practicar boxeo y hoy busca -ya gozando de su libertad- cambiar ese estilo de vida, estudiar y superarse.
La coach, Dora Verónica Matamoros Rincón, relató que Terremoto, es una colonia que está en el olvido, con múltiples carencias y demasiados conflictos e inseguridad.
La entrenadora es una de las activistas más aguerridas del lugar y aseguró que no se cansará de tocar puertas, porque “nosotros no hacemos deportistas, nosotros rescatamos jóvenes”.
También el entrenador, Mauro Posadas García, lleva años apoyando a jóvenes de la calle, “ellos me dan vida y yo trato de estar a su lado, son mis amigos, son mis hijos, así de simple”.
Sus historias se entrelazan en una misma, son hermanos de batalla y en medio de un cuadrilátero siguen asestando ganchos a la vida… para lograr rescatar, esa juventud interrumpida.