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CIUDAD DEL MAÍZ, SLP., 7 de junio de 2020.- El capitán José Florencio Barragán conocido como el Rey Chiquito, mandó construir en 1772 una casa habitación para su familia, una vez que decidió trasladar la matriz de las fuerzas armadas a su mando de Ciudad del Maíz a Rioverde, donde tenía sus fincas de campo.
Esta casa alberga ahora el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC) Eugenio Verástegui González y Obregón, en el corazón del municipio potosino de Rioverde y es uno de los más antiguos e históricos en la zona media.
La enorme construcción ubicada en la esquina de la calle Escandón y Reyes cumplirá 248 años y ha trascendido gracias al cuidado de las autoridades que han entendido que se trata de un ícono de los rioverdenses
La casona fue heredada en 1860 a la señora Jesús Verástegui de la Vara de García y siguió habitada por particulares, la parte frente a la calle Escandón llegó a ser una tienda muy conocida: La Aurora y sobre la calle Reyes tenía entrada a la casa habitación.
Para 1870 las autoridades municipales rentaron la propiedad para convertirla en cárcel y cinco años después fue arrendada con promesa de venta hasta el primero de agosto de 1900 que la señora Jesús finalmente la vendió al ayuntamiento.
PRESOS DISTINGUIDOS
En aquel tiempo, la propiedad no tenía celdas, sino que adaptaron las habitaciones como celdas de presos distinguidos; tenía enfermería, habitación del encargado y los presos estaban recluidos en el patio y dormían atrás.
Por casi 100 años la propiedad sirvió como cárcel y hasta el año de 1994 el presidente Pedro Luis Chessani inició con las gestiones para reubicarla en otro espacio.
Con ello, en 2003, durante la administración de Elí Pérez Flores, se inició la restauración del edificio para formalizarse como el Instituto de Arte y Cultura mejor conocido como IMAC, el cual tiene como principal objetivo promover y difundir toda actividad cultural del municipio.
PIEDRA, ADOBE Y LADRILLO
De acuerdo con el libro Rioverde 400 años de arquitectura de los arquitectos Adrián Peña Romo y Miltón Montejano, la fachada fue construida con base de cal y arena, los muros de piedra, adobe y ladrillo, teniendo ancho de muros de hasta 50 centímetros.
Este inmueble destaca por la presencia sin la modificación de sus vanos originales, los cuales refieren fielmente la arquitectura popular del porfiriato, es decir, dos balcones que definen a sus ventanas y se conforman por enmarcamientos, remates superior o cornisa e inferior o repisón.
Además, la construcción tiene protecciones metálicas de hierro forjado con emplomados. Sus proporciones señalan el predominio de la masa sobre el vano y la disposición horizontal del conjunto incluso destaca al interior del edificio la presencia de un pozo y su brocal original.