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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 23 de agosto de 2020.- Famosísima editorial Editormex y una de las más brillantes. Publicó a dos famosos personajes con un aspecto nada agradable. Siendo desde mi niñez un comprador de historietas, eso generaba en aquellos tiempos dedicación a la lectura, y por ende generaba en los niños y jóvenes una rápida lectura y comprensión, y una visualización correcta de la ortografía en lo que ibas conociendo la gramática española en la escuela. No me fue difícil encontrarme con dos personajes que alcanzaron enorme notoriedad, principalmente en la década de los setentas. Se trata de Hermelinda Linda y Aniceto Verduzco Platanares, dos brujos feos en serio, en sus aventuras al final todo salía mal.
La primera era una vieja bruja a la que le faltaba un ojo, con aspecto físico descuidado y con unos granos horribles en la cara, su nombre era Hermelinda Linda y gozó de mucha fama en los finales de los 60’s y durante los 70’s. Inició bajo el título Brujerías (en los que ella era la anfitriona) y luego en su propio comic Hermelinda.
Las primeras portadas eran pintadas, y el interior en blanco y negro, pero luego en los 70’s ya tuvo color, llegó hasta el número 1,200 aproximadamente (en los años 70’s, imprimieron una rarezas llamadas Foto Hermelinda, al mejor estilo del foto montaje).
El segundo personaje fue un brujo también igual de horrible, aunque este era bajo de estatura, se llamaba Aniceto Verduzco y apareció primero en el comic Burrerías, luego con sus propios títulos Andanzas de Aniceto y Aventuras de Aniceto.
Ambos comics lograron un extenso tiraje, presentaban una creencia mexicana al extremo, muy bien llevadas a situaciones jocosas (ocasionalmente sus invitados eran Batman y Robin, Fidel Castro, James Bond, los Beatles, etc.).
La importancia de ambos en los anales de la historieta mexicana se plasma el mezclar elementos cotidianos del México de aquellos años con humor negro, una buena carga de erotismo, una marcada picardía, y un estilo burdo y popular que los hacía únicos. Enalteciendo las creencias de la brujería en México. Llevaba el subtítulo de Revista Cómico Satírica para Adultos.
VENTAS ESTRATOSFÉRICAS
La Bruja Hermelinda, quien era sumamente fea, compartía aventuras con su hija Arlene (a diferencia de su madre, era joven y bonita), la Nana Chona, también bruja y mamá de Hermelinda, Apolinar, el brujo Aniceto Verduzco y, por supuesto, las otras brujas que aparecían ocasionalmente como Blanca Nieves, Irma Chiotes, Bonga Bonga y Kalinova.
Aunque sus hechizos y pócimas casi siempre fallaban, le dieron la oportunidad de vivir una serie de aventuras no solo en su pueblo natal Bondojia sino también fuera de su país, incluso en los escenarios más exóticos, utilizando sus poderes para convertirse en una hermosa dama y lograr objetivos inverosímiles.
A tal grado llegó la fama de éste personaje, que Hermelinda Linda salvó de la quiebra a Editormex, propiedad de Giorgio Torelli, al alcanzar ventas de 600 mil ejemplares semanales. Fue tal la cantidad de dinero generado por la popularidad de la hechicera que incluso dieron vida a una editorial adicional a la que bautizaron Litorel, comprando nuevas máquinas impresoras.
En 1984 fue adaptada al cine bajo el título de Hermelinda Linda, y en 1986 tuvo su secuela: Agente 0013: Hermelinda Linda, ambas protagonizada por la actriz Evita Muñoz ‘Chachita’.
Óscar González (padre de Óscar González Loyo, creador de Karmatrón y Los Transformables) fue el creador intelectual tanto de Hermelinda como de Aniceto, y José Cabezas fue el que diseñó los personajes. José Cabezas afirmó en una entrevista que para crear el físico de Hermelinda se basó en una vecina que se encargaba de lavar la ropa del vecindario cuando vivía en la colonia Gertrudis Sánchez del entonces Distrito Federal.
De hecho, en los dos primeros números de Brujerías es Cabezas quien aparece como argumentista y dibujante. Respecto a Aniceto, comentó que fue creado enteramente como un producto de su imaginación.
Un tesoro mexicano de personajes emblemáticos, que vale mucho la pena recordar a estos entrañables hechiceros aztecas, los cuales no eran malos por naturaleza, más bien eran torpes porque en las trama de sus historias no daban una con sus encantos y maleficios, ya que siempre algo tenía que salirles mal.
Fuente: Editormex.
Diálogo con Gabriel Garzón.