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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 06 de abril de 2020.- El muralismo mexicano es un movimiento pictórico iniciado en la década de 1920, como parte de las políticas de modernización tras la revolución de 1910; el propósito fue construir una identidad nacional para aglutinar a los diferentes sectores de la sociedad mexicana, dadas las profundas desigualdades sociales de la época, especialmente educativas y culturales.
San Luis Potosí posee mucho talento cultural con reconocimiento nacional en ese contexto, incluso internacional y en Quadratín Espectáculos conversamos con uno de los artistas más emblemáticos de la región, con un vasto conocimiento proyectado en sus obras y un trabajo social comunitario de grandes valores sociales, además de ser activista ecológico: Guillermo García Tello.
“Soy pintor arquitecto, me inicié en la Facultad de Arquitectura de la UASLP después de haber salido del instituto de cultura Manuel José Othón. Mis inicios no fueron nada fáciles, no estoy titulado, un arquitecto docente me lo dijo, -tú nunca te vas a titular- y así fue, después me casé, por necesidad me hago rotulista, hago artesanía, me hago artista, para poder en aquel entonces mantener a mi familia; fabricaba cristos, vírgenes y santos de madera para brindar una vida digna a mi familia”, reveló Tello.
“Nunca he dejado de creer en mí, el Muralismo Identitario me ha brindado mucha satisfacción a nivel nacional, así como formar parte del colectivo Estrella Verde conformado por 23 artistas, y también un privilegio desde hace 13 años de generar la imagen de la fachada del acceso de nuestra Feria Nacional Potosina”- agregó Guillermo en un tono gratificante y una dureza en su sentir. –“Ser artista es muy sufrido, nos consideran de bajo perfil, tenemos que ser duros para soportar los rechazos sociales y políticos, un artista define el pensamiento del pueblo, somos embajadores de la Cultura”.
Si el muralismo es un arte concebido por el Estado para una estrategia social, es claro que debe tener un alcance público, lo que solo puede lograrse mediante el muro o la escultura monumental.
Así, el soporte esencial de muralismo mexicano es, evidentemente, el muro, lo que le daría monumentalidad al concepto artístico. Estos muros están dispuestos en edificios del Estado, en escuelas, universidades o iglesias. Y por qué no, en las calles de nuestra ciudad como se viene generando actualmente en algunos puntos de la ciudad.
“Los problemas existen, todo mundo te culpa de ejercer una profesión de la que te vas a morir de hambre, el gobierno nunca tiene dinero para apoyos, pero si tienen para proyectos que no generan cultura ni beneficio social, los artistas no somos negocio para la clase política neoliberal en el poder, a menos que hagas lo que ellos indican”, son palabras de un activista social que defiende los valores, el respeto y la cultura.
El muralismo mexicano sigue un programa para lograr los propósitos del Estado revolucionario: en primer lugar, la valoración y recuperación de la historia, fuente de la identidad nacional, y, en segundo lugar, el reconocimiento de que los descendientes de esa historia seguían presentes en la contemporaneidad.
Esto le daría no solo temas y valores al arte, sino una estética muy particular. Guillermo Tello, conocido por las calles de San Luis, por los grupos culturales, por los colectivos de artistas y por sus amigos de los barrios, es un personaje único en nuestro Estado; un gran artista que a pesar de los obstáculos que se atraviesan, de los rechazos gubernamentales, y del escaso trabajo en nuestra ciudad, continúa con su trabajo voluntario social en barrios pobres enseñando a niños y jóvenes a pintar murales para generar una identidad propia de la zona, alejarlos de la violencia, de la mala vida, pero más a generar cultura.
Y desde luego con su invaluable trabajo particular desde hace 33 años generando conciencia como un artista del pueblo, de barrio y con identidad propia.