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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 12 de diciembre de 2019.- El cónclave espiritual se sintió con fuerza este año, cientos de peregrinos se arremolinaron por Calzada de Guadalupe para encontrarse con su fiel madre, la Virgen Morena del Tepeyac, quien después de 488 años de su aparición al indígena san Juan Diego, sigue generando asombro por la pasión espiritual que le profesan los creyentes. A ellos no les importó viajar desde lejos o ensangrentar sus rodillas camino al Santuario de la Basílica de Guadalupe, porque tenían que agradecer milagros mucho más importantes, pagarle mandas o sencillamente venerarla.
Sobre los tres kilómetros de recorrido en la calzada, desde temprana hora del 11 de diciembre se podía observar a familias enteras que acompañan el trayecto de sus parientes arrodillados, que superaban el dolor a lo largo de la empedrada ruta. Al llegar frente al altar y postrarse frente a la Santísima Virgen, la agonía se esfumó y muchos de los peregrinos derramaron lágrimas de gratitud, recordando la difícil situación en la que se encontraban y de la que salieron gracias a la intercesión de la Virgen.
Cerca de las 23 horas, la calzada llenó su paso con más fervientes católicos, entre la multitud estaba Fernando, quien por tres años consecutivos acudió arrodillado al santuario para agradecer el milagro de sacar a su hija de una grave pulmonía cuando apenas tenía dos años de edad. En su andar, la pequeña lo acompañó de la mano.
Otro caso es el de Alejandro, de quien su hijo con apenas ocho meses de edad tenía una deficiencia en sus piernas, lo que le imposibilitaba sostenerse por sí mismo. Los médicos le dijeron que si deseaba que el pequeño caminara debía de someterlo a un costoso tratamiento; pero luego de pedir encarecidamente a la Virgen el milagro, tres meses después su hijo lo acompañó dando sus primeros pasos, mientras Alejandro gateaba por el concreto.
No pasaron desapercibidos quienes también a su manera agradecieron y pagaron peticiones mediante la entrega de pan, café y agua a los peregrinos, como las hermanas Diana Abigail y Dulce María Rosales, quienes optaron por obsequiar atole y pan por haber superado situaciones familiares gracias a la intervención divina de la morenita. Una de estas ocurrió con su hermana, ya fallecida, quien había prometido acudir de rodillas luego que uno de sus hermanos se recuperó después de electrocutarse con un cable de alta tensión; a los pocos meses, su propia hermana -que con su corazón solicitó la ayuda divina-, murió en un accidente carretero.
Otro de sus consanguíneos cayó en adicción a las drogas y afirman que logró salir porque la Virgen respondió a sus súplicas, en un principio el agradecimiento consistía en acudir de rodillas, algo que se complicó por problemas de salud, entonces la opción fue regalar atole y pan a los peregrinos desde hace seis años.
Cuando todos los peregrinos culminaron su manda y llegaron hasta el altar de la Basílica, se levantaron adoloridos pero satisfechos por cumplir un año más y pagar su milagro ante la morenita, como lo relató Estefany, quien después de tres años de no poder concebir un hijo, acudió al santuario para pedir con fe a la Virgen María. Cinco años después acudió con su hijo y con sus rodillas sangrando, aseguró que todo esto valía la pena.
A lo largo del 12 de diciembre continuaron llegando fieles devotos, ya sea arrodillados pagando mandas o simplemente para ver y felicitar a su Morenita, con toda la fe necesaria para agradecer sus bendiciones.
LAS MAÑANITAS
Así fue como se desarrollaron los festejos a la Virgen de Guadalupe, a quien cantaron las Mañanitas en el altar, luego que se oficiara la misa en alusión a su aparición en el cerro del Tepeyac hace 488 años.