
Convoca El Potosinazo a 200 mil asistentes en la Fenapo 2025
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 25 de agosto de 2025.- En el pabellón artesanal de la Feria Nacional Potosina (Fenapo), entre aromas de dulces típicos y el ruido de los visitantes, un rincón se llena de color, texturas y tradición. Son los rebozos de Santa María del Río, un pueblo mágico que desde hace siglos es sinónimo de esta prenda que ha vestido a mujeres mexicanas en todas las épocas.
Ahí, Alma Isabel, orgullosa representante de su municipio, acomoda con cuidado los rebozos que cuelgan como cascadas de colores: sedas brillantes, chalinas de un solo tono, mañanitas y guayaberas con aplicaciones artesanales.
Con una sonrisa que refleja orgullo y a la vez cierta nostalgia, comparte la historia detrás de estas piezas que, aunque siguen vigentes, enfrentan el riesgo de perderse entre el paso del tiempo y el desinterés de las nuevas generaciones.
El arte de tejer paciencia
“Cada rebozo es único”, explica Alma, mientras acaricia uno de seda que brilla bajo la luz del pabellón.
“En promedio, un rebozo de seda puede tardar hasta dos meses en elaborarse. Todo inicia contando los hilos: más de dos mil se preparan antes de dar forma al tejido. Después, cada figura —flores, corazones, rombos, zigzags— surge de la creatividad y la paciencia de las manos artesanas”.
Aunque la modernidad ha traído consigo telares de pedal, más rápidos y prácticos, muchos todavía defienden el telar de cintura, considerado el más tradicional y laborioso.
“La diferencia está en el tiempo y el detalle. El telar de cintura se tarda más, pero cada pieza es irrepetible”, comenta.
Innovar sin olvidar
Los rebozos han evolucionado. Hoy no solo se encuentran en su forma clásica, sino también adaptados en guayaberas con franjas artesanales, mañanitas confeccionadas para acompañar vestidos, e incluso en colecciones especiales pensadas para un público más joven.
“Hay que innovar, pero sin perder la esencia”, dice Alma mientras muestra una guayabera con aplicación de rebozo de bolita.
La idea, asegura, es acercar el textil a nuevas generaciones que buscan modernidad, pero que al mismo tiempo cargan en sus prendas la herencia de un pueblo.
Los precios reflejan la complejidad y el valor del trabajo: desde 250 pesos en piezas sencillas, hasta más de 15 mil pesos en rebozos de seda, capaces de deslizarse completos por el aro de un anillo, prueba de su fineza y calidad.
Tradición en peligro
La historia del rebozo es, al mismo tiempo, la historia de muchas familias de Santa María del Río.
“Mi abuelita hacía el contado del rebozo”, recuerda Alma. Sin embargo, con un gesto que mezcla tristeza y preocupación, reconoce que cada vez son menos quienes dominan el oficio.
“Ya son pocas personas las que lo elaboran. Las nuevas generaciones no muestran tanto interés y sí, hay miedo de que esta tradición se pierda”, admite.
Aunque ella misma aún no domina el tejido, asegura que le gustaría aprenderlo, “porque es una artesanía muy bonita que debería continuar”.
El orgullo de un pueblo mágico
Los rebozos de Santa María del Río son más que una prenda, son un símbolo cultural de San Luis Potosí y de México, piezas que han vestido a mujeres en celebraciones, danzas, ceremonias y en la vida cotidiana; con cada hebra se entreteje identidad, memoria y orgullo.
En la Fenapo, entre visitantes que tocan, prueban y preguntan, los rebozos siguen contando historias. Son testigos de siglos de tradición, pero también de una lucha silenciosa por no desvanecerse en el olvido.
“Un rebozo nunca pasa de moda”, asegura Alma. Y en cada palabra, en cada hilo, se percibe un llamado: el de mantener viva esta artesanía que es, al mismo tiempo, orgullo, herencia y futuro de San Luis Potosí.
Reproducción autorizada citando la fuente: Quadratín SLP
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