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CIUDAD VALLES, SLP., 24 de diciembre 2020.- Durante mucho tiempo Ciudad Valles fue un pequeño caserío, en el que su única construcción sólida era el templo de Santiago Apóstol (conocido como la parroquia). Otra edificación importante era la estación de los ferrocarriles, convertida por décadas en un paseo tradicional para muchas familias.
Sin embargo, ésta última ubicada -en el mismo lugar que la conocemos- a casi dos kilómetros del centro de la ciudad, se sentía muy distante, porque para quienes deseaban trasladarse hasta allá, únicamente había carretas tiradas por mulas, que les servían para llevar las mercancías.
También funcionaba un coche para dos pasajeros, jalado por un caballo, y al que se le conocía como calandria. Sin embargo, solo prestaba el servicio cuando llegaba el tren y por si fuera poco, existía el obstáculo de rodear el barranco del Arroyo de los puercos, dada la inexistencia del puente que ahora lo cruza.
En las primeras décadas del siglo XX, Romualdo Del Campo tuvo necesidad de acarrear de la estación a su tienda La Colmena, mercancía que llegaba por tren, y creó un tranvía jalado por mulas. Conducido sobre rieles por la calle Hidalgo (hoy Pedro Antonio Santos), fue inaugurado el 16 de septiembre de 1905.
Con el paso de los años no solo sirvió para transportar mercancía, sino que daba servicio con carros para pasajeros y góndolas para carga. Algunas personas cuentan que cobraba 5 centavos durante el día y 10 en la noche, por un recorrido de un costado de la parroquia hacia la antigua calle Hidalgo, hasta llegar a la estación.
En una prolongada cuesta se dejaba sin la tracción animal al tranvía, y enfilaba por gravedad hasta el Arroyo de los puercos, donde ya se había construido un puente. Poco después el sueco Erickson, con sus conocimientos mecánicos le adaptó un motor de gasolina, convirtiendo en el primer transporte urbano de aquellos años.