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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., a 6 de mayo de 2019.- Durante la octava audiencia de continuación del juicio que se sigue en contra de Eduardo «N», alias Cayeyo Jr. por el presunto homicidio cometido en agravio de su amigo Eugenio «N”, el pasado 5 de mayo de 2017, la Fiscalía General del Estado (FGE) finalizó con los testimonios de sus 28 testigos para dar paso al turno de la defensa, que no había liberado algunos de los ya presentados, sin embargo, este día expuso ante el tribunal desecharlos, entre los que se encontraba el Fiscal General del Estado y el Jefe de la Policía Ministerial y otros.
La audiencia estaba programada para realizarse en la sala seis del Centro Integral de Justicia Penal a las 10 de la mañana; representantes de las dos partes, familiares de la víctima, público en general, así como testigos citados llegaron minutos antes, no así el Fiscal General del Estado, Federico Garza Herrera, tras haber sido la primera autoridad a la que el inculpado le confesó lo sucedido y tampoco el Jefe de la Policía Ministerial, José Guadalupe Castillo Celestino, llamado vía telefónica el día de los hechos por parte de Garza Herrera.
El imputado vestía un pantalón de mezclilla y una playera manga larga marca América Eagle, ambas en color beige, el color que llevan los internos en cualquier centro de readaptación penal. La playera que portaba dejaba ver la musculatura de sus brazos, se sabe que gusta de realizar actividades de carpintería al interior del reclusorio.
Cayeyo Jr. se notaba nervioso, alterado, durante la espera para que comenzara la audiencia conversó un poco con su abogado Álvaro Ramírez Segura, que intentó tranquilizarlo, a pesar de ello, se le notaba desesperado; poco después ingresó otro de sus abogados, Rafael Aguilar, pero las alteraciones volvieron, no lograban ponerse de acuerdo en algo desconocido para el resto de la sala, mientras bebía mucha agua y aspiraba con fuerza su nariz, realizando ruidos nasales. En al menos tres ocasiones solicitó permiso para ir al baño «necesito ir a hacer mis necesidades fisiológicas», decía Cayeyo Jr. a su custodio procesal, quien finalmente accedió a la solicitud.
A las 10 en punto ambas partes y el público ingresaron a la sala, mientras que los testigos fueron recluidos en un área destinada para ellos; sin embargo, la audiencia dio inicio poco después de las once de la mañana e ingresó a la sala Narciso «N», licenciado en criminología criminalística y quien funge como elemento de la Policía Federal.
Explicó que él fue el encargado de realizar los dictámenes de la mecánica de hechos, el 30 de octubre de 2017, en base a los realizados por los peritos de la FGE; con sus conocimientos, también elaboró la probabilidad científica sobre que ocurrió esa noche, así como las posiciones del imputado y de la víctima.
Reveló que, de acuerdo al método científico, a Eugenio «N» le habían disparado a 70 centímetros de distancia del rostro, mientras se encontraba sentado. Asimismo, representó el movimiento del cuerpo de la víctima, mientras caía al suelo herido de bala en un costado del poro izquierdo de la nariz, mientras su atacante -Cayeyo Jr.- permanecía en pie.
Tras ello, la defensa – llevada durante esta audiencia por Marco Polo Méndez Alfonso- pidió la anulación de las declaraciones, debido a que los órganos de prueba no habían sido ofrecidos en tiempo y forma, lo que generó la molestia por parte del tribunal, observándoles que no objetaron en el momento en el que se vertía la información durante la audiencia; sin embargo, el testimonio ya había hecho eco en los jueces, por lo que la objeción fue desestimada, y los elementos, fueron añadidos al expediente contemplado.
Posterior, la Fiscalía solicitó analizar una imagen fotográfica sobre la presunta arma blanca localizada en la mano derecha de la víctima y se pidió que se desalojara la sala del público y prensa.
La segunda etapa
Minutos más tarde, ya con todos de regreso, el Juez Presidente del Tribunal, Juan David Ramos, expuso: «hemos finalizado con la primera etapa de la continuación del juicio contra el imputado, esto tras terminar de escuchar los testimonios de los testigos ofrecidos por la Fiscalía General del Estado, ahora, seguimos con la segunda etapa, con los testigos de la fiscalía que la defensa no liberó «.
El tribunal preguntó a la defensa el orden de sus testigos y fue Méndez Alfonso quien comenzó a nombrar a diez en una lista; el primero sería un perito, luego el comisario de la Policía Ministerial, José Guadalupe Castillo Celestino, el Fiscal General del Estado, Federico Garza Herrera, pasaría en el tercer turno; el cuarto, el hermano de la víctima y el resto, los amigos que estuvieron el día de los hechos en la casa de Eduardo «N», además de otro perito.
«Estos testigos nombrados, quedan desestimados, los libera la defensa, pedimos se les informe y se reagende el listado con el resto de nuestros testigos ofertados durante la apertura del juicio», explicó Marco Polo Méndez, ante la mirada incrédula de todos los presentes, e incluso del mismo tribunal.
El Juez Presidente se dirigió hacia el imputado y le pidió que conversará con sus defensores sobre las consecuencias legales que esto pudiera traerle, sin embargo, Cayeyo dijo «ya todo está hablado, todo está acordado su señoría, muchas gracias».
La máxima autoridad pidió el desalojo de la sala para informar a los testigos que habían sido citados sobre la actualización de su estatus; varios minutos después, los recién liberados salieron de la sala seis, J. Guadalupe Castillo Celestino portaba un pulcro traje azul marino, además de los mismos zapatos llevados durante su comparecencia anterior y una corbata color lila. Detrás de él salió el Fiscal Federico Garza, con un traje color negro y una corbata azul, rápidamente emprendieron su salida del lugar, al igual que el resto de los testigos.
De acuerdo con algunas personas que se encontraban en el Centro Integral de Justicia Penal, ambos funcionarios arribaron al medio día, aún a pesar de que su obligación era estar a la hora de la cita (10 de la mañana); además fueron ingresados a una especie de sala de testigos VIP hasta que fueron llamados para notificarles que ya no serían requeridos en el estrado.