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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 24 de noviembre de 2019.- Sede de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, la Catedral Metropolitana o de Nuestra Señora de la Expectación tiene sus orígenes en el año de 1592, cuando se levantó en el mismo lugar la primitiva iglesia parroquial de San Luis, una ermita de adobe y techo de tejamanil.
Dicho templo fue demolido en 1670 para dar lugar a la nueva iglesia que enseñorea la Plaza de Armas en la actualidad, colocándose la primera piedra en ese mismo año. Para 1701 el proyecto era dirigido por el arquitecto Nicolás Sánchez, que terminó el conjunto en 1730, cuando fue bendecida solemnemente.
Con estilos barroco y neoclásico, la iglesia fue levantada a partir de cal y canto, de orden dórico, con series de dos pilastras, tres naves y ocho bóvedas.
Ante la generosidad de los mineros de San Luis, quienes se encargaron de decorar la iglesia con dones de oro y plata, construyeron bajo el presbítero, las criptas de sus sepulcros.
Sin embargo, la iglesia sufrió modificaciones en 1840, cuando se destruyeron los altares de madera tallada y sobredorada que tenía, fundiéndose el barandal, la araña de plata maciza con candeleros de oro que había sido donada por los mineros en 1793; el tabernáculo, el frontal, los candiles, entre otras partes.
DE PARROQUIA A CATEDRAL
Cuando en 1854, el papa Pío IX erigió la diócesis de San Luis Potosí, la iglesia parroquial fue elevada al rango de Catedral, por lo que comenzaron las obras de ampliación del templo, que terminaron para 1866.
En estas modificaciones, las naves de la iglesia se prolongaron hasta el muro posterior que da a la calle Morelos; las bóvedas laterales se tiraron para construir otras que quedaran a la misma altura que la principal.
Mientras que atrás del altar mayor se instaló el coro de los canónicos, se renovaron los altares y se construyó el de la Sagrada Familia; se pintaron las bóvedas y se colocó el reloj de la tachada.
También se instaló la sillería del coro, en la que se colocó el órgano mandado a fabricar a Guadalajara, obra de los hermanos Francisco y Fermín Orriza. Fue restaurado en 1971 y reinaugurado el 17 de agosto del mismo año, con un recital.
Treinta años después, con motivo del jubileo episcopal del prelado Ignacio Montes de Oca y Obregón, se mandó decorar por completo el interior de la Catedral y colocaron el actual pavimento. La decoración de estilo neoclásico de las bóvedas y las paredes, estuvieron a cargo de los italianos Claudio Molina y Giuseppe Compiani.
LOS 24 APÓSTOLES
En un inicio, la Catedral contaba con una sola torre en el lado sur, pero más tarde, para el primer centenario de la independencia de México, Montes de Oca y Obregón mandó levantar la segunda torre en el lado norte, hecha de cantera y copia exacta de la que ya existía, de estilo barroco, con tres cuerpos, columnas salomónicas y nichos.
También mandó quitar las estatuas de los Doce Apóstoles -hechas de piedra y que ya estaban defectuosas- que se encontraban en los nichos de la fachada, para cambiarlas por otras doce de mármol de carrara. Estas fueron esculpidas por los hermanos Biagi, quienes se inspiraron en las colosales estatuas barrocas que existen al interior de la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, aunque en menores proporciones y fueron colocadas en noviembre de 1906.
Esto convierte a la Catedral Metropolitana como el único templo del mundo que cuenta con 24 esculturas de los apóstoles: los 12 de mármol en la fachada, y la otra docena de cantera en las orillas del techo del templo.
Durante el siglo XX la iglesia se vio afectada por los cambios políticos y sociales que sacudían al país. Con el estallido de la Revolución Mexicana, se impidió que se colocara un juego de campanas tonativas, que fueron pedidas a Estados Unidos.
A la derecha del interior del templo, se puede encontrar el sepulcro y monumento de Montes de Oca, un mausoleo hecho de mármol de carrara y estuco, de estilo renacentista.
En la nave norte, a la altura del presbiterio, se cuenta con los altares de las Ánimas o de San Francisco de Paula, el de Nuestra Señora del Rosario y el Santísimo Sacramento, así como el altar a la Virgen de los Dolores, que hace ángulo con el monumento sepulcral dedicado a los tres primeros obispos potosinos.
El altar mayor está constituido por un gran ciprés realizado en mampostería de dos cuerpos. En el primero, se encuentra San Luis Rey de Francia, y el segundo resguarda a Nuestra Señora de la Expectación.
Frente al ciprés se encuentra la mesa del altar, y debajo, se puede observar la escultura de San Sebastián, copia exacta de la existente en las Catacumbas de Sebastián, en Roma, cuyo autor es Giuseppe Giorgetti, discípulo de Gian Lorenzo Bernini.
EL MEDALLÓN
Aunque la fachada de cantera rosa ha sido restaurada, conserva su aspecto original. Arriba de la puerta mayor, sobre el ventanal, se encuentra un medallón ovalado que ocupa el lugar en el que, anteriormente, se encontraba el escudo de armas de la ciudad.
Dicho medallón tiene una leyenda que, traducida, se puede leer: “Papa Pío IX el 31 de agosto de 1854 elevó esta iglesia potosina a la dignidad de Catedral”.
MONUMENTO HISTÓRICO
Considerada uno de los principales recintos arquitectónicos de la ciudad, la Catedral Metropolitana fue declarada Monumento Histórico de la ciudad, el 16 de noviembre de 1935.