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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 23 de febrero de 2020.- Es una de las pocas capillas en México construidas en planta alta -sobre la capilla dedicada a San Antonio de Padua- y quizá la única que posee un atrio cubierto. La Capilla de Aranzazú es una mezcla perfecta de los estilos barroco y churrigueresco que la han convertido en uno de los edificios más emblemáticos de San Luis Potosí y una joya de la arquitectura de arte religioso.
Aunque la construcción data del siglo XVIII, forma parte de la clausura del Convento Franciscano -construido en el año de 1592, fecha de fundación de San Luis Potosí- y se extiende por el poniente hasta tocar casi sus límites, por lo que a lo largo de los años se han realizado diversas modificaciones a su entorno.
El área que actualmente ocupa la Plaza de Aranzazú, era el extremo noroeste del Convento de San Francisco y formaba parte de las caballerizas, mientras que en la planta baja se encontraban los almacenes y las cocinas. El espacio estaba delimitado por una muralla fortificada con torreones que en su lado poniente contaba con la llamada puerta de campo y al norte la puerta falsa.
La edificación de la capilla se remonta a finales de 1749 o principios de 1750, iniciándose de manera simultánea con la sacristía de San Francisco, a iniciativa del padre guardián del convento Fray Joaquín de Bocanegra, y con el apoyo de don José de Erreparaz, síndico del convento.
Para los años de 1756 a 1758, la capilla quedó concluida, por lo que a partir de entonces fue el escenario más hermoso para las celebraciones de capítulo de todos los conventos franciscanos en México, con culto a la Virgen de Aranzazú debido al gran número de españoles provenientes de la zona norte de España.
BELLO ARTE
La planta arquitectónica de la capilla es de cruz latina y el cuerpo de la nave, que corre de oriente a poniente, está formado por dos bóvedas de arista que presentan un fino trabajo de estuco.
Sus cruceros acentúan las dimensiones de tambor en la que se apoya la cúpula de base circular, que a diferencia de otras franciscanas, cuenta con ricos motivos ornamentales por dentro y por fuera, inspirada en el concepto popular de cubrirla con figuras sacadas de la naturaleza o todo lo que representara a los cielos. Mientras que la puerta de madera de Mezquite con magnífica talla y el precioso frente de Cantera Rosa, está hecha en un estricto estilo churrigueresco.
ABANDONO Y OCUPACIÓN
Con la llegada de las Leyes de Reforma el convento quedó abandonado, se hicieron lotes y se abrió la calle de Galeana, por lo que la capilla quedó mutilada al perder su camerino y la sacristía, mientras que las fachadas que daban a dicha arteria quedaron un tanto descompuestas.
La planta baja del convento fue ocupada por la Fábrica de Tabacos del Antiguo Estanco, así como talleres de plomeros y herreros, una agencia funeraria e incluso la planta alta sirvió como lugar de encuentro para una logia masónica; y hasta antes de su transformación estuvo ocupada por la Benemérita Cruz Roja.
Tiempo después, en 1949, un grupo de potosinos se propuso rescatar el inmueble para establecer un museo. De esta forma, el 20 de noviembre de 1952 fue inaugurado el Museo Regional Potosino perteneciente al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el cual se encarga de resguardar la historia del estado, desde la evangelización de los indios guachichiles, la época Colonial, la lucha de Independencia y la revolución agrarista.
PLAZA SETENTERA
La Plaza de Aranzazú fue inaugurada el 14 de diciembre de 1970, obra hecha por los arquitectos Marco Antonio Garitas y Agustín Rodríguez Reyes. Destacan los arcos originales de las caballerizas, la recia construcción de los muros y el hermoso ventanal de la Capilla de Aranzazú de estilo barroco y su cúpula.