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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 24 de septiembre de 2018. La combinación de arte urbano y deporte se conjugan en el break dance o b-boying, que desde los años 70 se ha extendido de los barrios neoyorquinos hasta los suburbios europeos y latinoamericanos.
San Luis no es ajeno al arraigo de esta danza contemporánea. Jóvenes potosinos ávidos del sonido del Hip Hop se reúnen en diferentes puntos de la ciudad, incluyendo al centro histórico, donde muestran su talento y fortaleza.
Juan Joel, es un chico de 20 años que estudia ingeniería industrial y trabaja los fines de semana en una fábrica. Desde la secundaria se interesó por el break dance. Se reúne todos los dias con su grupo de amigos para practicar su baile. Todo en un ambiente de camaradería.
«Desde que tenía 13 años veía a chavos que practicaban parkour y me llamó la atención porque para mí era sorprendente, me imaginaba que eran cosas como en las caricaturas de Dragon Ball, pero después tuve la oportunidad de conocer a otros chicos que practicaban break dance afuera de un centro comercial en la Carretera 57 y me gustó más porque las personas en esta comunidad son muy amistosas; si tú quieres aprender ellos te enseñan. Así fue como empecé en esto», platicó.
Joel y cuatro chavos más acuden los domingos a la Plaza de Armas de la capital potosina para practicar break dance, concretamente al kiosco de la plaza, donde cada uno de ellos toma un turno para mostrar sus mejores pasos.
Al rededor las personas observan y de vez en vez aplauden. «Algunos incluso nos dicen: mira, ten, para un agua, y eso se agradece, aunque como tal no lo hacemos por dinero, es más para convivir, es como el fútbol, una persona se apasiona y solo quiere salir a jugar a la cancha, solo que en mi caso quiero salir a bailar a las calles», comentó Joel.
Sin embargo, no todo es tan sencillo, pues a veces hay prejuicios sobre los chicos que practican esta danza deportiva, quizás por su aspecto informal.
En ese sentido, Joel hace un llamado a la sociedad para tener más apertura ante las diversas formas culturales.
«A veces nos corren de donde estamos, piensan que nos drogamos o hacemos algo malo, pero no, esto al contrario, es como cualquier deporte, nos ha alejado de vicios, pandillas y cosas negativas para enfocarnos en el baile», concluyó la charla, para seguir ejecutando sus pasos más intrépidos