Entre amenazas y tensiones eligen a Alcaldesa interina de Tancanhuitz
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 29 de noviembre de 2018.- Sin importar las inclemencias del tiempo, Guadalupe Cano Padrón lustra zapatos en la plaza de Armas, oficio que aprendió por gusto y al que se dedica desde hace 30 años.
Un día llego al corazón del centro histórico y al ver a otros boleros le entró la curiosidad por aprender el oficio. Los observó, les preguntó y aprendió.
Su trabajo empieza a las 8:00 horas y comparte la silla con otro compañero, encargado de cerrar el puesto pasadas las 20:00 horas.
Ambos lustran todos los días de la semana sin importar el clima, a excepción del domingo se lo dedican a la familia.
El proceso para bolear un par de zapatos comienza con el cepillado para quitarles la tierra, se lavan con jabón de calabaza y se secan para ponerles la grasa. Se vuelven a cepillar, se les pasa “un trapazo y listo”, los zapatos ya están boleados.
Se llevan de 8 a 10 minutos bolearlos, aunque hay algunos llegan con calzado con “estiércol de vaca” y esos los llevan un poco más de tiempo. Cobran 15 pesos por par y en un buen día atienden de 20 a 25 personas.
Sin embargo, en épocas de lluvias como el día de hoy “no hay nada de trabajo”, pero aun así están al pendiente por si alguien quiere lucir zapatos limpios. Es un oficio de paciencia.
El señor Cano Padrón dice que hay veces en las que se llega a desesperarse al no tener clientes, aunque no se queja pues comprende que cualquier trabajo callejero, como el del bolero, se ve afectado el clima.
Sus clientes varían, pero eso sí, se atiende “parejo” a todos. En la silla se sientan tanto niños como adultos, mujeres y hombres, aunque este último en mayor medida, e incluso gente del gobierno que ya los conocen.
Al gobernador Juan Manuel Carreras López “tuve el gusto de bolearlo dos veces”.
Señala que tienen que pagar una renta diaria para hacer uso de la silla; los dueños son “gente mayor”, boleros retirados que ya no pueden trabajar y optan por alquilarla para seguir presentes en esa sociedad bolera que parece antigua, pero que aún perdura en nuestros días.