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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 4 de noviembre de 2019.- Amalia Campos Delgado tiene 34 años de edad y ha vivido en México y otros dos países. Es potosina con orgullo. Se ha preparado académicamente toda su vida y no conforme con tener un doctorado por la Queen’s University Belfast en Irlanda del Norte, hoy realiza estudios de postdoctorado en criminología en la Universidad de Montreal, Canadá.
Es egresada de la Licenciatura en Antropología por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, donde parte de su desarrollo profesional, dijo, se debe a la guía del Doctor en Historia e investigador, Ramón Alejandro Montoya, a quien considera un mentor, y quien prácticamente detonó la pasión por estudiar el fenómeno de la migración.
Al concluir su carrera viajó a Tijuana para tomar una maestría en estudios socioculturales. Amalia cuenta que de alguna forma ella también ha sido una migrante pero con muchos privilegios, al haber obtenido becas para realizar sus estudios de posgrado en el extranjero.
«Obtuve una beca del Conacyt para hacer mis estudios. Para mí es un privilegio, yo sé que formo parte de una élite que tiene la posibilidad de estudiar y de prepararse», exclamó.
Primero, mudarse de San Luis Potosí a la frontera norte del país fue un cambio radical que le hizo comprender y presenciar de cerca la migración, escuchando de viva voz las historias de personas que buscaron en tierra ajena un mejor lugar para vivir.
«Ese fue el primer brinco que me ha permitido las adaptaciones posteriores porque son dinámicas de vida muy distintas las que se tienen en San Luis, y en específico la capital potosina, a lo que se vive en Tijuana», compartió.
Sus estudios doctorales los enfocó en el paso de migrantes salvadoreños por el territorio mexicano, y su investigación postdoctoral se basa en el funcionamiento de los centros de detención de migrantes de México.
VIDAS DISTINTAS
En Irlanda del Norte, dijo Amalia, tuvo la ventaja de un entorno muy cercano a la vida académica, al residir en las proximidades del campus de la Universidad de la Reina, en la capital del país; en cambio, en Montreal, Canadá, la vida es más complicada al tratarse de una ciudad grande, con mayor inversión de tiempo y dinero en los traslados de un lugar a otro, entre otras vicisitudes como el clima invernal con temperaturas de hasta menos 30 grados.
Aun así, se siente afortunada. Su vida como investigadora la compagina con su papel como pareja y madre. A su compañero de vida lo conoció en Tijuana, mientras estudiaban la maestría y ahora tienen un bebé de un año. Su familia la acompaña a donde va y así son felices.
Mientras avanzaron sus estudios de posgrado, encontró la manera de volver a tener mayor contacto con su tierra potosina, ya que parte de las investigaciones de campo las aterrizó al fenómeno de la migración en San Luis Potosí, donde ya no vive desde hace ocho años.
Cuando viaja a San Luis, ya sea por trabajo o eventos y reencuentros familiares, revive sinfín de recuerdos. Le encanta pasear por el Centro Histórico durante las noches, por la iluminación y la belleza arquitectónica. Como buena potosina, también le gusta presumir la belleza de su estado natal.
Al regresar a tierras lejanas, se enfoca nuevamente en sus estudios sobre migración, mismos que le han hecho valorar más lo que tiene, al conocer de cerca lo mucho que han sufrido otras personas en busca de la felicidad que otros tienen y quizás no se dan cuenta.