¿Cuánto tiempo guardan rencor los gatos? Esto dicen los expertos
Cada 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el VIH-Sida, desde 1988. A pesar de los años que han pasado desde que se descubrió la enfermedad y las campañas de prevención, los contagiados enfrentan una serie de estigmas que les ocasionan temores y los limitan para disfrutar de una vida plena.
Quadratín SLP presenta el siguiente relato en primera persona con un paciente que es portador del virus. Considera que no es relevante mencionar su nombre -lo llamaremos “Freddy”-, pero sí compartir su experiencia y su sentir.
FATAL NOTICIA
El 25 de junio de 2016 cambió mi vida. Comenzó con una neumonía por la cual me hospitalizaron. Me realizaron exámenes de sangre, me sentía confundido y sin saber qué era lo que tenía. Pasaban de las tres o cuatro de la mañana cuando me revisaron varios doctores quienes hicieron referencia que podría ser VIH. No lo esperaba. Fue como si vaciaran un balde de agua fría sobre mi cabeza, pero aún tenía la esperanza de que no fuera así y que la prueba resultara negativa.
Como a las 10 de la mañana, el infectólogo ingresó a mi habitación para realizarme otra prueba rápida y las dos líneas que representaban el reactivo a la infección confirmaron mi diagnóstico. Esa prueba marcó mi vida para siempre.
Se retiraron los médicos y empecé a sentir miedo y culpa. Miedo a ya no poder tener una pareja, a no poder estudiar, a que nadie me iba a contratar y lo peor, que mi familia me iba a rechazar.
Empecé el tratamiento porque el médico me dijo que mi estado era avanzado y me recetó dos retrovirales desde ese momento.
FAMILIA, AMIGOS, ESCUELA
Ingresó mi hermana a mi habitación y al darle la mala noticia comenzó a llorar y yo con ella, luego mi mamá y mis otros hermanos. Eso me indicó que contaba con ellos.
La familia es el primer motor que te ayuda a salir y si no lo tienes te desplomas. A algunas personas las corren de su casa y son rechazadas, pero no fue mi caso.
Yo estaba estudiando y cuando salí del hospital después de un tiempo regresé a la escuela. Pensé que me iban a correr al darse cuenta que padecía VIH y por eso perdí un semestre en la universidad.
Me pidieron un justificante para no darme de baja y se los mostré. Les informé de mi diagnóstico pidiéndole una total discreción a la Facultad del Hábitat, en la mira por casos de violencia contra la comunidad y de machismo, por lo cual me sentía preocupado. Sin embargo, los profesores me apoyaron y no hubo discriminación de su parte.
MEDICINA COSTOSA Y CORRUPCIÓN
Los medicamentos que tomo tienen un efecto directo en mi sistema nervioso central provocándome pesadillas, depresión y ansiedad, por eso me tengo que estar monitoreando todo el tiempo.
Existen casos en los que te da diarrea, tus ojos se ponen amarillos y por eso no todos los pacientes aguantan los retrovirales. Sin embargo, estamos en todo el derecho de hacer cambios de medicamentos, si sientes que te están dañando.
Actualmente en el IMSS me dan tratamiento. Los retrovirales son caros porque tienen un precio de ocho mil pesos por un frasco con 30 pastillas. Pero, hay corrupción. A principios de 2019 se hablaba de un desabasto a nivel nacional porque la nueva administración detectó que en Panamá el medicamento cuesta 200 pesos y aquí en México lo compraban en dos mil pesos, lo cual generó su escasez porque se detuvieron las compras. Esto afectó a muchos compañeros.
INTEGRACIÓN
Fue difícil hacer público mi diagnóstico. Ingresé a un campamento que me ayudó a aceptarlo. Luego me invitaron a un programa a nivel nacional para hablar del tema y ahí fue cuando me decidí a dar a conocer mi situación. Al salir de la entrevista me pregunté: “¿Qué he hecho?”.
Tuve miedo por el rechazo y todavía me faltaba el trabajo. Mi ahora exjefe es de religión cristiana, tenía su oficina repleta de versículos de la Biblia. Jehová por todos lados. Él vio el programa y murmuraba con la secretaria, decía que no creía que fuera gay y hasta ofreció curarme de la homosexualidad llevándome al camino correcto de Dios. Me discriminó, hubo un alejamiento por parte de mis compañeros y tiempo después renuncié.
Me armé de valor para trabajar por mi propia cuenta y me percaté que el VIH no lo es todo. En estos tiempos no te pueden negar el trabajo por tener VIH, aunque hay empresas que aplican estudios de laboratorios clínicos e ilegalmente incluyen una prueba de VIH, lo cual está mal.
VIVIR PLENAMENTE
En 2016 salía con un chico, pero nunca le confesé que era portador del VIH. Él lo supo por otra parte, pero nunca se alejó de mí, estuvo siempre a mi lado, lo cual me ayudó en ese momento a salir de la cápsula de miedo.
Pero en las comunidades alejadas existen personas con VIH a las que su comunidad expulsa por el simple hecho de ser homosexuales. Llegan a la ciudad y no tienen nada, ni siquiera un recibo para darse de alta al IMSS, luego se agudiza su enfermedad y tristemente fallecen.