Experta de UASLP señala riesgos de productos industrializados en jóvenes
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 05 de abril de 2020.- “Yo tenía cáncer de páncreas, en fase terminal. Los doctores y mi familia solo esperaban el desenlace, pero ese doctor me curó, es una eminencia. Él tiene la cura incluso del coronavirus”, fue el testimonio de don David, potosino, con 76 años de edad y a dos años de haber vencido un cáncer terminal.
El protagonista de esta historia es Moisés Martínez Zorrilla, ingeniero mecánico de profesión, egresado del Instituto Tecnológico de San Luis Potosí; también se desempeñó como traductor independiente de inglés. Un día a su hermano mayor le diagnosticaron un carcinoma en el cerebro y le tocó cuidarlo en un hospital en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
“En ese momento ignoraba que a mi hermano le iba a poder quitar un cáncer de grado cuatro, en tan solo dos meses, lo que lo sentenciaba a muerte”, sino hasta que acudió a un retiro, donde le hablaron de una máquina capaz de curar el cáncer y cualquier otra enfermedad.
La máquina de la cual le hicieron referencia, es tecnología analógica, trabaja a través de una circuitería de amplificación de la vibración natural del ADN; es decir, a través del cabello, una gota de sangre, orina o hasta con el mismo nombre y fecha de nacimiento se puede obtener información en tiempo real, de asuntos vinculados con la salud física, emocional y espiritual del paciente.
Sin ser médico u homeópata, Martínez Zorrilla consiguió un software para poder trabajar aquel aparato que únicamente se fabricaba en Inglaterra, y cuyo costo en 2007 fue de cuatro mil dólares (alrededor de 40 mil pesos) más la adquisición del software, que resultó un promedio total de 80 mil pesos, “pero con ochenta mil pesos y dos meses de tratamiento, el carcinoma desapareció de la vida de mi hermano”.
A pregunta expresa del motivo por el cual estos aparatos analógicos no son utilizados en los hospitales de alta especialidad, refirió que “un consultorio particular en San Luis Potosí, cobra alrededor de treinta mil pesos por quimioterapia -suspira-, malamente el mundo se mueve con base al dinero, y a muchos no les conviene que esta tecnología salga a la luz”.
LA RADIÓNICA
Creada en 1900 por el médico estadounidense Albert Abrams (1864-1924), la radiónica intenta restaurar la frecuencia de energía vital del cuerpo con una serie de aparatos, inventados por el propio Abrams. En teoría estos mecanismos, llamados dinamizadores, son capaces de restituir esas frecuencias correctas; en pocas palabras, es una terapia que pretende curar equilibrando la energía vital de las personas, pero no sólo interviene en la sanación del cuerpo sino en otros aspectos.
La radiónica trata los problemas físicos en general, pero también los emocionales. No dicen que lo cure todo, pero sí que en todos estos aspectos se encontrará una mejora de la enfermedad. También se ofrece a través de esta ciencia, la superación personal, desarrollo de capacidades para alguna actividad. Todo esto equilibrando las energías magnéticas bloqueadas que impiden o dificultan ciertas cuestiones saludables.
Fue desde el 2007 que Moisés Martínez encontró en la medicina alternativa o radiestesia médica, la mejor opción posible de cura para la mayoría de los males que aquejan a las personas, tanto en el plano físico, emocional y mental. Desde entonces, ha tratado a alrededor de unas 500 personas.
“No todo el mundo cree. Todas las personas a las que he tratado, han venido a mí por recomendación; y suelo ser la última opción, vienen ya cuando se están muriendo, cuando han acudido a todas las opciones posibles, incluso la herbolaria y hasta con espiritistas”.
Basado en la teoría del padre de la radiónica, Moisés Martínez coincide en que todos los seres vivos están rodeados por el campo electromagnético del planeta y cada ser vivo forma parte de él. Pero cada individuo tiene un campo electromagnético propio que si se desequilibra produce la enfermedad, incluso la muerte.
LO MISMO SE CURA CON LO MISMO
Albert Abrams, también fue quien refirió el uso de amplificadores, varas y péndulos, que permiten detectar energía sutil, y señala una patología específica o cifrada. Hoy en día Moisés explica que mediante el cifrado de esa patología y una potencia homeopática se puede abordar una enfermedad con el principio «lo mismo se cura con lo mismo».
El tratamiento consiste en que la persona toma esa agua homeopática y empieza a tener cambios en su patología, cambios perceptibles que pueden darse en una hora, o bien, en una o varias semanas, hasta curarse en la mayoría de los casos.
HASTA EL COVID
Sin embargo, Moisés Martínez, ahora médico alternativo, aprovecha para hacer referencia a Isaac Goiz, padre del biomagnetismo, una disciplina médica que ofrece la solución a la mayoría de las enfermedades a través de la utilización de imanes.
El biomagnetismo médico es una disciplina reciente que permite entender la enfermedad desde el punto de vista energético y vibracional, ya no químico, ya no clínico, ya no biológico, explica.
Todas las personas tienen un pH que se acerca al neutro. Sin embargo, hay fenómenos que alteran ese pH y conducen a los órganos hacia la acidez o la alcalinidad. Una alteración que puede llegar a la enfermedad. Como en todo el universo, la dualidad también está presente en el cuerpo. En este caso, no es el campo magnético el que cura, sino la corrección del pH alterado a través del uso de imanes.
El biomagnetismo médico es un fenómeno que permite entender al paciente y concluir de una forma rápida, económica y fiable sobre las patologías o disfunciones que se han instalado en su cuerpo y, sobre todo, saber cómo retirarlas del organismo dañado para restablecer la salud.
El biomagnetismo médico estudia, detecta, clasifica y corrige las alteraciones del pH en el ser humano; utilizando un par de imanes, conocido como par biomagnético, cura las patologías, lo que confiere al biomagnetismo médico la mejor y más eficaz herramienta de diagnóstico y la técnica más válida para resolver la patología.
Moisés Martínez explica que a través de un código se detecta y corrigen las enfermedades, disfunciones, y representa el mejor y más válido “código patógeno”; lo que significa que la curación se consigue devolviendo el equilibrio energético de la zona alterada al pH óptimo para la salud, cuya alteración se debe a la presencia de microorganismos patógenos que distorsionan ese pH.
“Tuve que saltar de la radiestesia al biomagnetismo, porque yo hago más de una práctica, porque mis hijas no se curaban de una gripe”, refiere y mostrando de frente sus dedos índice y medio, enfatiza:
“Son dos cosas: radiestesia, que es la facultad del operador para detectar la energía sutil en torno a su cliente (energía sutil que se traducirá en patología o enfermedad) y radiónica o la homeopatía electrónica, que es para curar”, haciendo referencia al concepto que aportó al mundo el doctor Bruce Copen entre 1950 y 1960 en Inglaterra.
“La radiestesia médica hay que vivirla, no se puede expresar todo lo que se cura. Nomás no lo magnifique ni lo disminuya, si hay algo que usted no entendió, no marque penalti ni vaya al bar porque se equivoca”, mostró una amplia sonrisa y magnificó el azul de sus ojos, para extender la mano, que sin temor alguno, respondí en señal de despedida.