
Comparte nutricionista claves para cuidar tu salud sin contar calorías
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 8 de agosto de 2025.- Así como nos enseñan a cuidar el corazón o los pulmones, también deberíamos aprender a cuidar el cerebro. Aunque se habla poco de su prevención, el cerebro puede fortalecerse, protegerse e incluso regenerarse con ciertos hábitos cotidianos. La ciencia ha comprobado que algunas decisiones diarias —como moverse más, dormir mejor, comer distinto o reducir el estrés— pueden marcar una gran diferencia en nuestra salud mental y neurológica a largo plazo.
El cerebro también necesita ejercicio. No hay medicamento que reemplace los beneficios de la actividad física. Hacer ejercicio mejora el flujo de sangre, estimula la formación de nuevas neuronas y reduce el riesgo de depresión, ansiedad y enfermedades como el Alzheimer.
30 minutos diarios de caminata rápida o actividad moderada, activa procesos cerebrales que mejoran el ánimo, la memoria y la concentración.
Comer para pensar mejor. El cerebro consume alrededor del 20% de la energía total del cuerpo. Necesita grasas saludables, antioxidantes, vitaminas del complejo B y omega 3 para funcionar correctamente.
La llamada dieta MIND —combinación de la dieta mediterránea y DASH— ha demostrado efectos protectores contra el deterioro cognitivo. Incluye:
Dormir es una prioridad, no un lujo. El descanso nocturno es vital para que el cerebro se repare, consolide lo aprendido y elimine toxinas. Dormir mal o poco afecta la memoria, la regulación emocional y la capacidad para resolver problemas. Entre 7 y 9 horas de sueño de calidad cada noche son esenciales en la adultez.
Entrenar el cerebro… como si fuera un músculo. El cerebro necesita desafíos para mantenerse activo. Aprender un idioma, leer, jugar ajedrez, resolver acertijos o usar apps de estimulación cognitiva puede fortalecer conexiones neuronales y retrasar el deterioro. El cerebro puede crear nuevas conexiones a cualquier edad si se le estimula adecuadamente.
Estudios recientes han confirmado que el aislamiento social es un factor de riesgo para enfermedades como la demencia. Conversar, convivir, compartir emociones y mantener relaciones cercanas es esencial para el bienestar mental.
Conexión social: un antídoto contra el deterioro. Una red de apoyo reduce el riesgo de depresión, ansiedad y deterioro cognitivo.
Manejar el estrés: el equilibrio mental es salud cerebral. El estrés crónico produce altos niveles de cortisol, una hormona que, en exceso, puede dañar estructuras cerebrales clave como el hipocampo. La meditación, la respiración profunda, la terapia o incluso salir a caminar son formas efectivas de regularlo.
Evitar lo que daña: alcohol, tabaco, drogas y desvelos. El abuso de sustancias psicoactivas tiene efectos neurotóxicos. El alcohol en exceso, el tabaco y las drogas deterioran funciones como la memoria, la coordinación y la toma de decisiones. También se ha demostrado que el consumo frecuente de estas sustancias reduce el volumen cerebral con el tiempo.
Enfermedades que también afectan al cerebro. Hipertensión, diabetes, colesterol alto, obesidad y apnea del sueño están vinculados con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, enfermedades cerebrovasculares y Alzheimer.
Una mente sana también depende de un cuerpo bien cuidado
Próxima entrega: “Cerebro agotado: lo que ocurre cuando no dormimos bien”