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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 27 de septiembre de 2019.- Un día como hoy, pero de 1821, se consumó la Independencia de México y en este marco vale la pena recordar el papel de los potosinos en esta gesta heroica.
Este año se conmemora el 209 aniversario del inicio de la lucha de Independencia de México. La madrugada del 16 de septiembre de 1810 el cura Miguel Hidalgo y Costilla dio el Grito de Dolores y convocó a los mexicanos a librarse del yugo español y la monarquía.
Aunque en San Luis Potosí, la lucha por la Independencia comenzó un poco después; el sentimiento entre sus habitantes era de inquietud y solo enfriado por la presencia de militares realistas que se encontraba en la ciudad, al mando del brigadier Félix María Calleja.
Los historiadores indican que no existe documentos que demuestren cómo y cuándo inicio la organización para derrocar al gobierno virreinal. Sin embargo, señalan que es posible que el movimiento insurgente en la ciudad fuese promovido por clérigos, debido a que las iglesias permitían espacios públicos de sociabilización, lo que ayudaba a planear las acciones.
La aprehensión de varios insurgentes como Francisco Lanzagorta, Nicolas Zapata, fray Luis Herrera, fray Juan de Villerías resultó en un revés para las fuerzas realistas, ya que tuvo como consecuencia el estallido del movimiento en San Luis Potosí.
Francisco Lanzagorta perteneció al grupo de conjurados de Querétaro; fue comisionado por Ignacio Allende para extender la revolución a San Luis Potosí, pero cuando se dirigía a la ciudad fue hecho prisionero por las fuerzas de Calleja. Fue detenido junto con otros sospechosos de rebeldía entre los que se encontraba Zapata. A ambos se le aprisionó en el convento carmelita.
Con la llegada de fray Herrera, los sentimientos de sedición dieron frutos. Así como Lanzagorta, Herrera fue arrestado mientras se dirigía a la ciudad, aunque debido a su calidad de clérigo fue llevado al convento de San Juan de Dios, donde organizó un grupo de conjurados, entre los que se encontraba Villerías.
A Calleja se le convocó para dar lucha a Hidalgo por lo que dejó la plaza a cargo del comandante Toribio Cortina y Díaz. A pesar de la vigilancia y a la fuerza dejada por Calleja, la insurrección en la ciudad potosina comenzó el 10 de noviembre de 1810.
Con el apoyo de Joaquín Sevilla y Olmedo, los presos en los conventos de San Juan de Dios y Carmelita fueron liberados, para dirigirse y atacar las Casas Reales (Palacio Municipal), además de tomar la casa del comandante Cortina. A partir de esa noche, la ciudad quedó en manos de las fuerzas insurgentes.
Sevilla y Lanzagorta fueron nombrados coroneles y Herrera, mariscal. Este último fue enviado a Santa María del Río para combatir a las fuerzas de Juan Antonio Reyes, logrando la victoria del territorio el 12 de febrero de 1811 cuando atacaron la plaza y se apoderaron de los caudales, la munición y los cañones.
POTOSINOS INSURGENTES FUSILADOS
Sin embargo, estas victorias no duraron mucho tiempo ya que, ante el retorno de Calleja y su ejército, Herrera emprendió la marcha rumbo a Rioverde el 25 de febrero, mientras que al coronel Diego García Conde, se le despachó con un batallón para perseguir al fraile, quien fue aprendido y fusilado el 8 de abril de 1811 en Aguayo (actual Ciudad Victoria).
Por otra parte, y después de la derrota de Puente de Calderón, el ejército de Hidalgo marchó por divisiones a Salinas, Venado, Charcas, Cedral, Matehuala, Saltillo y finalmente Monclova.
Poco tiempo después, Hidalgo y otros líderes insurgentes como Mariano Jiménez, Ignacio Allende y Juan Aldama, fueron aprehendidos en la Noria de Baján y posteriormente ejecutados. Estaban acompañados por capellanes franciscanos, mercedarios y carmelitas, todos residentes de San Luis Potosí, quienes fueron enviados a Durango para procesarlos.
El único que pudo sobrevivir a la ejecución fue fray Gregorio de la Concepción, quien fue deportado a un convento en Ceuta.
Los potosinos que comenzaron el movimiento en noviembre también fueron fusilados: Lanzagorta se había unido a Jiménez en Matehuala, junto con Zapata. Mientras que Villerías murió al atacar Matehuala con un grupo de indios flecheros.
En el territorio potosino, Calleja tomaba medidas para evitar un nuevo intento de rebelión.
Primo Feliciano Velázquez señala que después de la muerte de fray Luis Herrera, terminó la revolución en San Luis Potosí, debido a que “nada ni nadie engrandeció la causa libertadora”.
María Isabel Monroy Castillo, en su monografía Independencia y Revolución. Una mirada a San Luis Potosí, señala que los grupos rebeldes insurrectos estaban integrados en su mayoría por indígenas, los cuales se habían desperdigado por toda la provincia.
Aunque hubo disturbios en Alaquines, La Ciénega de San Nicolás de Cárdenas, la hacienda de Amoladeras, Rioverde, Sierra Gorda y la hacienda de Villela, los movimientos fueron rápidamente reprimidos a lo largo de 1812.
La rebelión se extendió a la Huasteca
En el caso de la Huasteca, la lucha insurgente se organizó en el sur de la región, específicamente al norte de El Higo, Veracruz; en el río de Tantojón, en Tancanhuitz, Tamazunchale, Huehuetlán, Xilitla, Tamasopo y la Sierra Gorda, además de Xichú.
Los indígenas tuvieron que enfrentarse a los grupos realistas de Valles, Aquismón y Tamazunchale, integrado por compañías de patriotas que no permitieron que, al menos en los años de 1811 a 1813, la rebelión se extendiera por toda la región. Esto ocasionó que los insurgentes de la Huasteca se desplazaran hacia la zona de Huejutla, en la actual Huasteca hidalguense.
Después de la muerte de Hidalgo, José María Morelos y Pavón continuó con la lucha y se convirtió en el principal líder de la insurgencia. Fue durante esta etapa en la que los insurgentes tuvieron varios triunfos, siendo los más importantes los obtenidos en el centro, en Cuautla, y el sur del país, en lugares como Acapulco y Chilpancingo, este último donde se realizó el Congreso de Anáhuac.
Por otra parte, en marzo de 1813 Calleja fue nombrado Virrey; fue durante su gobierno cuando se dio captura al general Morelos el 6 de noviembre de 1815, para después ser fusilado en San Cristóbal Ecatepec el 22 de diciembre de ese mismo año.
Durante 1814, el movimiento de Independencia tomó un rumbo distinto, cuando el virrey Calleja ordenó por bando la delación y fusilamiento de los que habían participado en las rebeliones.
Esto continuó hasta el siguiente año y se calcula que fueron fusilados más de 400 insurgentes, entre ellos se encontraba Fernando Rosas, quien fue hecho prisionero y conducido a la ciudad, donde fue declarado culpable por alta traición y fue fusilado el 22 de agosto de ese año.
Rosas había sido nombrado por los insurgentes, brigadier, comandante general e intendente de San Luis. Aunque nunca en la ciudad, ni en la provincia, ejerció sus funciones o libró batallas.
Dos años después, en 1817, la llegada de Xavier Mina reanimó los ánimos independentistas del estado y al país, ya que la guerra había declinado sobremanera y solo era sostenida por los guerrilleros en el sur, encabezados por Vicente Guerrero.
Al saber que Valle del Maíz se encontraba desguarnecido, Mina puso rumbo hacia tierras potosinas y a pesar de que le esperaban las fuerzas realistas del comandante Cristóbal Villaseñor, los insurgentes lograron salir victoriosos.
El 15 de junio de 1817, mientras Mina se encontraba en la hacienda de Peotillos, fueron asediados por el ejército de Benito Armiñón y aunque lucharon en inferioridad numérica, obtuvieron de nueva cuenta la victoria.
Poco después unió fuerzas con Pedro Moreno, quien había levantado un fuerte estratégico en el Cerro del Sombrero, a donde llegó el 7 de julio. Sin embargo, después de sufrir varias derrotas, fueron sorprendidos en Guanajuato por el coronel Francisco de Orrantia; Moreno falleció en la batalla, mientras que a Mina lo fusilaron el 11 de noviembre de 1817.
Con el Plan de Iguala, creado y firmado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, comenzó la consumación de la independencia.
En San Luis Potosí, a finales de marzo de 1821, los capitanes Manuel Tovar, Nicolás Acosta y José Márquez, junto con unos 85 hombres, se adhirieron al Plan de Iguala y se dirigieron a Valle de San Francisco, donde se celebró la adhesión.
Después de que la intendencia, el cabildo y las autoridades religiosas, aceptaran la promulgación del plan, el 7 de julio de 1821 se proclamó y juro la independencia de la ciudad, la cual quedó en manos del entonces jefe irtubidista, José Antonio de Echávarri.
Para finales de septiembre y a petición de la recién instalada Junta Provisional Gubernativa, se organizaron los festejos para celebrar el juramento de emancipación. Más tarde, se hizo oficial la adhesión al nuevo gobierno mediante un documento que contenía el conceso de las poblaciones que comprendía la provincia del Estado.
De esta manera, San Luis Potosí se proclamó afecto a la independencia.