Preparado Atlético de San Luis para su encuentro ante Pumas
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 20 de diciembre 2020.- Al caer la noche, mientras las calles se van vaciando, las cortinas de los negocios cerrando y miles de puertas de hogares son cerradas con seguros, cientos de personas también inician labores, mientras otros más inician una noche en el infierno que a veces son sus propios hogares.
La violencia de género es uno de los delitos que más impacta en la sociedad potosina y uno de los que menos se habla, esto, pese a la alerta emitida desde 2016 para los municipios de la capital, Soledad de Graciano Sánchez, Ciudad Valles, Tamuín y Tamazunchale, y ha incrementado su índice desde que inició la pandemia por Covid 19, a nivel internacional, algo que además fue proyectado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), derivado de la convivencia entre agresores y víctimas obligadas por el encierro.
Por la noche, también se preparan para iniciar labores oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, asignados a la Unidad Especializada de Atención a Violencia de Género; misma que cuenta con seis unidades radiopatrulla con 48 oficiales capacitados para atender este problema, además del apoyo de todo el total de elementos de la Secretaría, quienes han recibido cursos para atender este tipo de violencia.
La cita con el equipo Quadratín, que fue autorizado para acompañar a una de estas radiopatrullas y sus agentes a una noche de labor, fue en punto de las 20 horas, tiempo donde los oficiales realizaron ya su pase de lista, prepararon su armamento y equipo, se encomendaron a la virgen de Guadalupe que vigila serena en los pasillos del Edificio de Seguridad Pública en Eje Vial, y al cual, la mayoría de los elementos policiacos le piden ayuda y protección pues nunca se sabe lo que pasará en algún turno.
Ex militar, estudiante de psicología y Policía Segundo de la SSPE, el oficial Ricardo Cruz Izquierdo, padre de dos menores, y uno de los oficiales que inician labores en la unidad, señala que eligió entrar a la unidad para tener la experiencia práctica de su carrera, además, como padre de familia siente muy de cerca la labor de apoyar a víctimas de violencia familiar.
Por su parte, recién egresada de la Academia Estatal de Policía, con el grado de Policía Tercero y madre de un pequeño, la oficial Nayeli López Escamilla, tiene clara la razón de su apoyo a la unidad: solidaridad con las víctimas, más, si se trata de menores de edad y mujeres en peligro.
La primera llamada de auxilio rompe las presentaciones con urgencia. Se trata de una víctima infantil de violencia en El Saucito. Debido a la premura y saturación de la frecuencia policiaca, fue enviado de manera directa a sus teléfonos celulares, lo que da pie a una frenética pero firme conducción hacia el lugar de los hechos.
El hecho se atiende y entonces aparecen los rostros profesionales de ambos agentes, quienes manejan la situación tratando de frenar sus propios sentimientos, pero a veces es imposible, se les nota, y es que a final de cuentas cuando hay menores afectados, el dolor suele ser doble.
Tras el caso, tratan de relajar el ambiente con algunos chistes, algunas pláticas e iniciar los rondines diarios de la unidad, mismo que inicia por las zonas donde hay un mayor índice de violencia, que corresponde a colonias de la periferia, en tanto los reportes telefónicos comienzan a llegar a la unidad especial. “Si tenemos alguna usuaria que ha sido beneficiaria de medidas cautelares, procuramos estar cerca de su casa”, señaló Cruz.
Formar parte de la unidad no es sencillo, el trabajo de este equipo especial requiere de una gran preparación física, psicológica y mental, como detallaron ambos agentes. Muchos reportes que se atienden están relacionados al rescate de menores de edad, como sucede ahora con los operativos que se llevan a cabo en los cruceros viales, donde personas adultas los ponen a trabajar.
“Me solidarizo más con las mujeres víctimas, les brindamos información, el traslado y muchas veces no quieren actuar contra su pareja porque no desean quedarse solas, porque no tienen quién las apoye con los gastos”, señaló la oficial Nayeli y no puede ocultar que la situación de las no denuncias le incomoda, porque sabe que para actuar contra los agresores debe existir una parte legal que les respalde.
A ambos oficiales el trabajo en la unidad especial les cambió la vida, pudieron apreciar cosas que no sabían que estaban mal o que por cultura social cualquier persona normaliza, como las conductas violentas. “Cambió demasiado mí forma de ver a mis amigos y mi familia, me empecé a dar cuenta de tantas cosas que no quiero que se repliquen en mí casa”, señaló Ricardo, mientras que Nayeli coincidió en lo anterior e indicó que aprendió a valorar más a su familia.
La noche avanzó con algunas visitas a mujeres que tienen activado el protocolo de seguridad, ordenado por la FGE, de las mismas, en su mayoría mujeres jóvenes se notó que sentían tranquilidad por la ayuda; al tiempo que se presentó una atención por presunta violencia infantil, a raíz de las clases en línea, ya que los menores algunas ocasiones no entregan tareas y terminan con la paciencia de los padres.
Casos como este -mencionaron los oficiales, son recurrentes. Los vecinos escuchan regaños o los propios niños llaman al 911 para reportar su caso. Como marca el protocolo, los policías entrevistan a padres y niños y si no existe violencia, se habla con los pequeños para hacerles ver la situación. En caso contrario, los elementos están capacitados para actuar en consecuencia. Otro de los reportes atendidos fue el de una mujer con una condición mental especial, encontrada muy lejos de su hogar en la colonia Simón Díaz. Eran alrededor de las 11 de la noche cuando vecinos de la Plaza Las Águilas en Ciudad 2000, encontraron a la mujer que no recordaba su nombre. Luego de buscar en bases de datos y subirla a la patrulla, la persona relató que no quería estar en su casa por maltrato, además que la pareja de su madre la toca mucho físicamente.
OPERAN A MEDIAS
Fue entonces cuando una de las primeras dificultades para el trabajo de la unidad especial apareció. Según los agentes, los reportes más recurrentes son en la noche y la madrugada, pero no hay lugares donde reciban a las víctimas, porque el Centro de Justicia para Mujeres deja de operar a las 15:00 horas y bajo ciertas circunstancias, recibe a quien lo necesita. Es el mismo caso de refugios y la Procuraduría de Protección a Niños, Niñas y Adolescentes (PPNNA). Solamente Puerta Violeta del ayuntamiento de la capital opera las 24 horas del día, pero la sorpresa fue que ni ahí recibieron a la víctima, bajo el argumento de que no había medicamentos, cuando solamente se solicitaba el resguardo de la mujer.
Al recibir la negativa, los oficiales se dispusieron a buscar su domicilio, mismo que lograron encontrar. Al llegar, uno de los vecinos comentó que la familia de la víctima era conflictiva y que la pareja de su madre tenía varias denuncias por robo y otros delitos, lo que volvió más firme la versión de la mujer, no así de su madre, que trató de defenderse de las acusaciones frente a los uniformados. Como parte final del recorrido, los agentes subrayaron la necesidad de capacitación y de más unidades que atiendan los reportes de violencia, ya que solamente existen dos en la zona metropolitana y en el interior del estado sólo existe una por región. “No basta con pocas unidades, no nos damos abasto y los auxilios se llevan bastante tiempo”, dijo el oficial Ricardo Cruz.
NO QUIEREN DENUNCIAR
La Alerta de Género detonó la creación de esta unidad especial, pero de cada 10 delitos, solamente se denuncian tres. “Creen que con llamar al 911 la denuncia queda interpuesta y que el agresor quedará sujeto a juicio y no es así, no quieren ir a denunciar, les da pena o miedo llegar a un proceso legal”, dijo Cruz. “La mejor experiencia es recuperar menores, nos ha tocado atender a muchos que han estado trabajando en los cruceros, que son víctimas de violencia, de abuso sexual. Y de las malas, son las mujeres golpeadas o víctimas de abuso sexual y que no quieren proceder”, expresó Nayeli López.
Lo cierto es que la cultura de violencia de género que ha permeado en generaciones de mexicanos dista mucho de ser eliminada, pero por el momento son mujeres y hombres policías los que deben enfrentar a violentadores, a víctimas confundidas y al propio sistema, que parece no acabar de entender que dentro de los hogares, los trabajos, las calles, las plazas, en cualquier sitio, la violencia de género debe ser eliminada de raíz.
El turno concluye con dos oficiales satisfechos, cansados, que saben que llegarán a sus respetivos hogares a abrazar a los suyos, a cobijar a sus hijas e hijos. Pero también con la fuerza que deberán sacar de sus propias convicciones y responsabilidades para al día siguiente seguir atendiendo los pequeños infiernos que viven miles de mujeres y niños, todo, con la esperanza de que sus propios hijos puedan vivir en un mundo donde el género no sea causa de ningún tipo de violencia.