Estudiante mata a su novia durante una clase en Bolivia
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 11 de abril 2020.- Lo último que hubiera imaginado la joven Samantha Rivera Salazar, originaria del municipio de Tamazunchale, es que viviría el terror de la pandemia de Covid 19 tan cerca del sitio donde surgió esta nueva enfermedad, en Wuhan, China; pero transcurridos más de dos meses, reflexiona sobre la experiencia y clama a los mexicanos para que sigan las medidas sanitarias al extremo.
Samantha vivió 49 días de confinamiento en la provincia de Shandong, donde reside desde hace pocos meses por motivos laborales de su esposo, fue ahí donde les llegó la noticia inesperada para todo el mundo sobre el nuevo coronavirus; ahora puede hablar de cómo poco a poco recuperan su vida normal, gracias a las medidas extremas aplicadas por el gobierno de aquel país.
“Desde que empezó todo, como dicen, yo tenía a mis papás con el Jesús en la boca; en el complejo habitacional nos cerraron el acceso, no veías a una sola persona en la calle, porque el gobierno ejerció las medidas necesarias para frenar los contagios y las condiciones aquí son distintas, te quedas en tu casa porque te quedas en tu casa, fue una indicación precisa que se hicieron cargo imponer por el bien de la comunidad”, contó en entrevista con Quadratín SLP.
“QUÉDENSE EN CASA”
Desde allá ha podido observar cómo avanza el mortal virus por todo el mundo, sorprendida de que en algunas naciones -como en México- no se hayan seguido los protocolos sanitarios más mínimos, ni siquiera el aislamiento social; con profunda preocupación comparte en un mensaje muy preciso que “el contagio disminuyó y los extranjeros que estamos aquí podemos testificar que el aislamiento funcionó, quedarte en casa, solo así logramos y lograremos romper la cadena de contagio; yo estuve en aislamiento 49 día, después de regresar de Corea (enero 25) ya la cosa estaba más seria en China. Pero solo nos hacían registrarnos al entrar, mostrar pasaporte y tomar la temperatura”.
En el complejo de apartamentos que habita, se llevaron a una persona enferma (sospechosa de tener el virus) y para el 26 de estaban en absoluto aislamiento; enseguida el gobierno Chino anunció que extenderían las vacaciones, y que ya la cuarentena de 14 días era obligatoria.
“Así estuvimos un buen rato, afortunadamente yo tenía un almacén de provisiones mucho antes que se supiera de un virus (es un hábito mío) y después de llegar, fuimos directamente al super; ya para entonces no había fideos ni pastas y salsas de tomate, arroz, harinas, pan, carnes y verduras también eran escasos”.
Y los días transcurrían lento para todos, Samantha tuvo la oportunidad de retomar viejos hábitos como la lectura y dejar de lado la tecnología, aunque admite que soltar el teléfono celular era oxigenante ante otra epidemia: la de las noticias. En definitiva, hubo momentos en los que no quería enterarse de nada más.
“Llegué a odiar las redes sociales, los video de la gente que estaba en los hospitales trabajando, internados, enfermeras cayendo de dolor y angustia por la situación. De gente esperando turno para que se pudieran llevar a sus seres queridos muertos, y a la vez ellos mismos tomar la cama vacía. Ver cosas así, eso era lo que más nos afectaba. Creo fue lo más difícil”.
ACABÓ EL ENCIERRO
El 14 de marzo, finalmente, pudo salir para darse cuenta de cómo la rutina había cambiado por completo; pequeños comercios cerrados, solo había comida para llevar y la congoja, mezclada con cierto alivio, reinaba en el lugar.
“La pandemia es real, no hay duda, el virus no discrimina y no se detiene si uno no se detiene; China pudo hacer lo que muchos países no pueden porque cuando tenía ya el problemón encima, tomó medidas radicales y su pueblo obedeció; en la mayoría de los países, estas acciones no pueden ser tomadas por los gobiernos. Creemos en la libertad de todo; sin embargo, lo que no entendemos como sociedad, es que con la libertad que nos gusta tener, hay responsabilidades, y tenemos que ser responsables por nosotros mismos. Hay que recordar, el gobierno decide, pero en todos los países, a quien se sacrifica es al pueblo, y nunca a sus gobernantes”.
Por ahora su preocupación es ver cómo en San Luis Potosí y en el resto del país, la ciudadanía no acata las medidas sanitarias recomendadas por autoridades de Salud; “mi intención compartiendo este mensaje, es mostrarles mi ejemplo y pedirles que por favor lo hagan, estamos a tiempo de poder frenar esto”.